En los 90, Brendan Fraser fue una de las estrellas más populares del cine por sus papeles en George de la Selva, la trilogía de La Momia o junto a Elizabeth Hurley en Al diablo con el diablo. Sus fanáticos podían disfrutar del actor casi sin respiro. Sin embargo, en unos pocos años, pasó de protagonizar una seguidilla de éxitos a prácticamente desaparecer de la gran pantalla.
Fraser sufrió dolorosos altibajos a lo largo de su carrera, pero el domingo vivió un día para el recuerdo en el Festival de Venecia, ovacionado por su papel en The Whale bajo las órdenes del prestigioso director Darren Aronofsky. “Simplemente estoy intentando aguantar hoy. Gracias por esta maravillosa acogida, deseo que esta película cause la misma profunda impresión que provocó en mí”, se mostró visiblemente emocionado el actor estadounidense durante la presentación de la película.
Fraser intentó salir de la sala pero los aplausos de la multitud lo obligaron a quedarse. The Whale, basado en la homónima obra teatral de Samuel D. Hunter, es la historia de Charlie, un profesor de inglés que después de la muerte de su novio empieza a engullir comida basura en un intento para anestesiar su dolor. Su vida transcurre acarreando encima 266 kilos, sentado en el sofá, conectado al mundo exterior solo por las clases que imparte desde su computador, mientras la muerte asoma a partir de sus venas obstruidas y su debilitado corazón. Sin embargo, Charlie alberga un último deseo: reconstruir la relación con su hija adolescente, Ellie (Sadie Sink), de la que se separó al abandonar su hogar para empezar la relación con un hombre.
De este modo, la casa en la que viven enclaustrados, se convierte en el escenario de un emocionante duelo dramático con la niña como un intento de hallar la salvación antes del trágico final. Por su parte, Aronofsky mantiene una relación especial con Venecia: fue en este festival donde estrenó su película más aclamada, Black Swan, obtuvo el León de Oro por The Wrestler y ahora regresa con The Whale cinco años después de la vapuleada Mother!.
Por eso no ocultó su emoción: “Estoy entusiasmado con volver. En los últimos años perdimos demasiado por la separación de la conexión humana y el cine va de eso, de tener algo que compartir y dos horas de empatía, que es lo que el mundo realmente necesita”, señaló. El cineasta leyó hace diez años en la prensa una reseña de la versión teatral del filme que hoy presenta, la historia le conmovió profundamente y por eso propuso a su autor llevarla al cine, logrando su beneplácito, aunque la pandemia retrasó el proyecto.
Eligió a Fraser después de verlo por casualidad en el tráiler de una película brasileña de bajo presupuesto y en 2020 empezaron a rodar con todas las precauciones, dado que la trama transcurre en una única localización -la casa- y tiene solo cinco personajes. El resultado es una tierna historia de redención, una llamado de atención sobre los prejuicios, y Fraser, a sus 53 años, ha tenido que trabajar duramente hasta conseguir un aspecto perturbador, a partir de una prótesis de estómago que le hicieron sumar 130 kilos.
“Tuve que aprender a moverme de un modo nuevo, desarrollé músculos que no sabía que tenía, sentí vértigos al final de la jornada cuando me quitaban la prótesis por una sensación ondulante como cuando bajas de una góndola en Venecia”, recordó. Pero también confiesa que Charlie, el personaje “más interesante” de su trayectoria, es en realidad “un rayo de luz en un lugar oscuro”.
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Por el momento, su nombre ya figura como favorito en los premios en Venecia y como futuro candidato a los premios Oscar, aunque él prefiere no adelantarse: “Mi bola de cristal se rompió y desconozco qué sucederá en el futuro”, y así frenó las preguntas de la prensa. En esta nueva etapa de su vida el actor está siendo considerado por prestigiosos cineastas. Forma parte del próximo largometraje de Martin Scorsese, Killers of the Flower Moon, filme en el que también participan Leonardo DiCaprio y Robert De Niro.