Gabriele zu Leiningen vuelve a decir “sí” en una vida marcada por la realeza, los títulos y una profunda vocación filantrópica. A sus 62 años, la filántropa alemana celebró su matrimonio con Wolfgang Porsche, el heredero de 82 años de la dinastía automotriz, en una ceremonia realizada en Salzburgo. La pareja, que habría iniciado su relación en 2023, selló así una historia que combina glamour, tradición industrial y un recorrido biográfico singular.
Una boda en la que convergen mundos distintos: él, presidente del consejo de supervisión de Porsche y testigo, desde su infancia, de la creación del primer automóvil deportivo de la marca por parte de su padre. Ella, una figura conocida tanto en los titulares como en los círculos humanitarios, con dos matrimonios previos que moldearon no solo su presencia pública, sino también su trayectoria personal.
Ver esta publicación en Instagram
Antes de formar parte de la realeza europea, Gabriele nació como Gabriele Renate Homey, hija de dos empresarios alemanes. Su vida dio un giro temprano tras el divorcio de sus padres, cuando fue adoptada por su padrastro, Bodo Thyssen, miembro de una familia industrial con linaje que se remonta al siglo XVII.
Su educación también fue excepcional: estudió en la prestigiosa escuela Schloss Salem, siguiendo los pasos del príncipe Felipe, la reina Sofía de España y la princesa Irene de Grecia y Dinamarca. En 1990 obtuvo un doctorado en derecho internacional, magna cum laude, en las universidades de Múnich y Colonia.
Ver esta publicación en Instagram
Ese mismo año conoció al príncipe Karl Emich de Leiningen, entonces pretendiente a un trono ruso ya inexistente. Décadas después, en 2013, el Partido Monárquico lo reconocería como heredero, “dubbing him Emperor Nicholas III”, según registros históricos. La unión entre ambos en 1991 causó controversia por el origen no aristocrático de Gabriele, lo que llevó al príncipe a renunciar a sus derechos sucesorios. La pareja tuvo una hija, la princesa Theresa de Leiningen, en 1992, y se separó en 1998.
Poco tiempo después, Gabriele conoció a Karim al-Husseini, el Aga Khan IV, líder espiritual de los musulmanes chiitas ismaelíes. Y ademas, uno de los hombres más influyentes de la aristocracia internacional. Conocido en su juventud por ser un “gallivanting jet-setter que quiere que sus caballos, autos y mujeres sean rápidos”, según un artículo de Sports Illustrated de 1964. El Aga Khan también cultivó una relación cercana con la reina Isabel II y un perfil global que abarcaba desde la filantropía hasta iniciativas de desarrollo.
El matrimonio, celebrado en 1998 en Aiglemont, llevó a Gabriele a convertirse al islam y adoptar el nombre Begum Inaara Aga Khan. En 2000 nació su hijo, Aly Muhammad Aga Khan. Sin embargo, la relación se fracturó en 2004 tras acusaciones de infidelidad. Según declaró en ese momento, la princesa aseguraba que su esposo mantenía una relación con una sobrecargo y contrató a un investigador privado para seguirlo por el mundo.
El matrimonio con Wolfgang Porsche abre otra etapa en la vida de Gabriele, quien, tras décadas moviéndose entre castillos, palacios y fundaciones humanitarias, vuelve a situarse en el centro de la conversación internacional. Porsche, al frente de uno de los conglomerados automotrices más emblemáticos del mundo, suma a esta unión un componente histórico y empresarial que amplifica su relevancia pública.
Lo que sí está claro es que su capacidad para navegar mundos tan diversos permanece intacta. Su boda en Salzburgo, descrita como una celebración “sin duda glamorosa”, marca la continuidad de una vida construida entre tradiciones, controversias, resiliencia y un compromiso sostenido con las causas humanitarias.