Por Natalia Ramírez

No hay lluvias, tampoco huracanes ni esa molesta alga llamada sargazo. Su arena no quema, el sol no sofoca y es verano todo el año. Una de sus playas, además, fue premiada como la más linda del caribe. hay interminables razones para viajar a la llamada “isla feliz”.

Aruba forma parte del “abc” de las islas holandesas (Aruba, Bonaire y Curazao). País autónomo, pero una especie de hermano menor del Reino de Holanda, cuya influencia se vive desde que se aterriza, ya que está en su arquitectura, quesos (de todos los tipos y hasta de colores), chocolates (el mejor es el de caramelo salado), stroopwafels (waffles como galletas rellenas) y también ese estándar de seguridad propio de los países europeos. Desde su costa se puede ver Venezuela, lo que la conecta con el mundo latino y, a la vez, la pone en una posición de “palco” con aguas cálidas.

Pequeña isla de 30 kilómetros de largo, desde el punto más lejano sólo toma una caminata de 15 minutos para llegar al mar. Acotadas coordenadas que no excluyen la diversidad en postales: hay playas muy distintas entre sí, con una geografía que permite que el desierto se encuentre con el mar. Así se ven cactus en la orilla de Mangel Halto, donde paseas sobre los arrecifes y bajas por unas empinadas escaleras para ver la vida submarina más alucinante del Caribe.

En la dirección que se mire hay una particularidad. Ejemplo es su árbol típico: el Divi Divi, descrito por los arubeños como la “brújula” local, porque en este lugar sus ramas siempre están dobladas por los vientos en dirección suroeste.

PLAYAS Y RITMO URBANO

No es un destino para quedarse únicamente en el hotel. Es seguro, con panoramas a mano y posibilidad de moverse en pocos minutos para aprovechar el día. Hay que visitar Eagle Beach, escogida como la mejor playa del Caribe y la segunda del mundo por usuarios de Tripadvisor. También es paseo obligado Baby Beach, donde caminas y caminas sin que el agua sobrepase nunca la cintura. Perfecta para niños.

Aruba tiene sólo dos ciudades: la capital Oranjestad y San Nicolás, la que mantiene intacta la cultura local. Oranjestad tiene un ambiente caribeño-holandés con casas angostas y edificios de colores brillantes con tiendas y centros comerciales de infinidad de productos de puerto libre, restaurantes y bares.

San Nicolás, en cambio, es el epicentro cultural, con gigantes grafitis en sus muros, esculturas, mosaicos y música en vivo. Acá han plasmado su arte ilustradores de distintas partes del mundo, luego de una estricta selección y curatoría de obras.

La “Isla Feliz” vive su alegría en cuatro idiomas: español, papiamento, inglés y holandés. Y sus ingresos son casi completamente por turismo. Por eso, su foco no son los all inclusive (aunque los hay y muy buenos), sino hoteles donde el plan es desayunar para luego salir a explorar y probar la gastronomía.

Una excelente opción de hotel es el recién inaugurado Embassy Suites by Hilton. El complejo presenta una experiencia más hogareña en la isla, invitando a los huéspedes a experimentar la cultura local y la belleza natural de la vida isleña, con las principales atracciones cercanas, como el idílico Santuario de Aves Bubali, el Faro de California, la Granja de Mariposas y la Capilla de Alto Vista. Pero sin duda, sus habitaciones son un factor muy importante a la hora de elegir este hotel.  Son espaciosas: tienen una salita de estar y una cocina, separadas del dormitorio, además de un balcón desde donde se puede mirar la bahía.

La oferta en comida tampoco es menor: la pequeña Aruba tiene más de 200 restaurantes. En esta escapada puedo dar fe de la calidad de West Desk (con sus camarones en salsa de mango), Fisherman Hut (si vas, pedir el pescado más popular de la isla: el mahi mahi), Aruba Experience Café (recomiendo los tacos de camarones con piña y pico de gallo), Papiamento (gastronomía local en su versión sofisticada) y, especialmente, Barefoot, una maravilla donde comes descalza sobre la arena mirando el mar.

Aruba ofrece calidad de turismo, pero no masividad. Por eso cuesta mucho conseguir permisos para construir nuevos hoteles. No buscan crecer, sino mantener su categoría de destino premium, pero asequible.

Esta isla conserva un carácter y atractivo especial: sus atardeceres, mariposas, balashi (cerveza producida con agua de mar), la cosmética basada en aloe vera, el paddleboard yoga, la meditación sobre el arrecife de Tres Trapi son experiencias que hacen que quieras volver. De hecho, a los visitantes eso es lo que les pasa, regresan una y otra vez.

COORDENADAS PARA LLEGAR: Desde Chile hay vuelos Copa Airlines (vía Panamá) y Avianca (vía Bogotá). Latam acaba de anunciar que desde el 2 de diciembre abrirán la ruta Santiago- Lima-Aruba.