Como parte de su propósito de poner en valor el patrimonio cultural chileno, el Centro del Vino Concha y Toro inaugura su ciclo de exposiciones con una obra conmovedora: un mariposario tejido en crin -pelo de cola de caballo- por 16 mujeres artesanas de Rari, en la región del Maule.
La instalación, formada por un disco de cuatro metros de diámetro que sostiene más de 1.300 mariposas hechas a mano, evoca el vuelo migratorio de la especie Vanessa carye, conocida como “Mariposa de la Tarde” o “Mariposa Colorada”.
Al ser acogida en el icónico espacio de la Bodega Concha y Toro, esta obra no solo embellece el lugar, sino que también rinde tributo a un oficio único en el mundo, transmitido de generación en generación por las mujeres de Rari.
Reconocidas como “Tesoro Humano Vivo” por la UNESCO (2010) y distinguidas por el World Crafts Council al declarar a Rari “Ciudad Artesanal del Mundo” (2015), estas artesanas mantienen vivo un saber ancestral que hoy enfrenta riesgo de desaparecer.
Origen natural, frágiles y fuertes a la vez
Esta instalación busca precisamente poner en valor esa tradición, conectándola con el entorno natural y la experiencia sensorial que ofrece el nuevo Centro del Vino Concha y Toro.
“El tejido en crin y el tejido en madera del galpón dialogan profundamente. Ambas son materialidades de origen natural, frágiles y fuertes a la vez”, comenta la artista visual Josefina Guilisasti, quien trabaja con artesanos de distintas zonas del país. “Este proyecto es un homenaje a las hábiles manos de las artesanas de Rari y al vuelo sublime de las mariposas que habitan el valle del Maipo”, agrega.
“Esta obra es un verdadero tributo a la artesanía en crin. Gracias a esta exposición hemos podido dar mayor visibilidad a nuestro trabajo frente a los cientos de turistas que visitan diariamente la viña. Al mismo tiempo, el proyecto ha tenido un impacto positivo en la economía de nuestras familias y ha sido una gran motivación para seguir perfeccionando e innovando en esta tradición. Nuestro anhelo es que la artesanía en crin se preserve y trascienda a las nuevas generaciones, lo que requiere un esfuerzo constante de transmisión y cuidado”, señala Ruth Méndez Díaz, una de las artesanas participantes.
La instalación se complementa con una ambientación sonora que recrea el aleteo de miles de mariposas y con dos pantallas que muestran la técnica del tejido en crin, permitiendo al visitante comprender y valorar el proceso artesanal detrás de cada pieza. Bodega Concha y Toro -conocida como “el galpón”- es en sí misma una pieza patrimonial: construida en maderas nativas como roble, pellín, laurel y olivillo, nació a mediados del siglo XIX bajo la influencia de los colonos alemanes que llegaron a Chile. Traída desde un campo en Río Bueno, en la provincia de Ranco, debió ser desarmada en su lugar de origen para luego ser reconstruida en Pirque, pieza por pieza.
De esta forma, la construcción se transforma en un verdadero espacio de rescate cultural: testigo silencioso de un Chile profundo -del cual Concha y Toro ha sido parte esencial- y, al mismo tiempo, escenario vivo que acoge y proyecta expresiones artísticas representativas del país. “Uno de los principales propósitos de Bodega Concha y Toro es convertirse en un lugar de acogida del arte local y artesanal, que es el lenguaje esencial de un país. Con ello aseguramos un beneficio directo a comunidades enteras y resguardamos el patrimonio cultural de Chile”, explica Josefina Guilisasti.
“Esta bodega necesitaba un elemento que le diera mayor valor cultural. La obra en crin cierra un círculo muy importante, convirtiendo este espacio en algo sorprendente y único”, complementa Pablo Cordua, director de Amercanda y responsable, junto a Sebastián Moro, de la experiencia sensorial y museográfica detrás del nuevo centro.
En la bodega también se incluyó una placa con los nombres de los 15 artesanos y carpinteros que participaron en su armado, así como un escudo de fierro forjado de 2,5 metros de diámetro, realizado por el reconocido fundidor Luis Montes, que celebra los elementos del nombre del fundador de la viña, Melchor Concha y Toro.
Así, el Centro del Vino reafirma el compromiso de Viña Concha y Toro con el patrimonio cultural chileno, al abrir sus puertas a expresiones artísticas que conectan con el alma del país. En la Plaza Concha y Toro, vino y gastronomía se entrelazan con arte y memoria, ofreciendo una experiencia que honra el pasado y proyecta el futuro.