Apple Martin continúa consolidándose como una de las nepo babies más discretas —y a la vez más interesantes— del panorama actual. Lejos de buscar una exposición constante, la hija de Gwyneth Paltrow y Chris Martin ha comenzado a llamar la atención por algo mucho más sofisticado: su relación natural con la moda y el archivo familiar.

Para la premiere de la última película de su madre, Marty Supreme, Apple sorprendió al rescatar un vestido que su madre llevó casi 30 años atrás. La pieza, que en su momento se convirtió en un guiño al minimalismo elegante que caracterizó el estilo de Gwyneth a finales de los 90 y principios de los 2000, reaparece ahora reinterpretada por una nueva generación.

El gesto no pasó desapercibido. En plena era de la moda circular y la revalorización del archivo, Apple demuestra que el verdadero lujo no siempre está en estrenar, sino en dar nueva vida a piezas con historia. El vestido, fiel a las líneas limpias y la sofisticación sin esfuerzo que definieron a Paltrow, encaja perfectamente con la estética sobria y contemporánea que Apple ha ido construyendo con naturalidad.

Más allá del simbolismo familiar, el look refuerza una tendencia clara entre las nuevas herederas del estilo: mirar al pasado para construir el presente. Desde armarios heredados hasta prendas vintage cargadas de significado, la moda se convierte en un puente emocional entre generaciones.

Sin declaraciones grandilocuentes ni estrategias evidentes, Apple Martin deja claro que su acercamiento al estilo es orgánico, íntimo y consciente. Y, quizás sin proponérselo, confirma que el legado de Gwyneth Paltrow no solo vive en el cine o el bienestar, sino también en un guardarropa que sigue marcando pauta décadas después.