Hace dos años atrás, las autoridades locales y del mundo nos mandaban a encerrarnos. Un virus muy contagioso y que podía ser mortal vivía entre nosotros. Se transmitía por el aire, a través de partículas de oxigeno y cuyos síntomas eran los de un resfrío fuerte: dolor de cabeza, fatiga, pérdida de olfato, eran los indicadores que manifestaban la positividad de haber adquirido la enfermedad. Que apareció en la ciudad oriental de Wuhan, que se propagó a través de un murciélago, llegando a Chile a finales de febrero por un pasajero chileno que viajó desde esas latitudes hacia nuestro país.
Desinfectamos todo. Nos lavábamos las manos ante cualquier movimiento. Comenzamos a usar diferentes calzados para salir a la calle, el alcohol gel se convirtió en un elemento primordial en nuestras vidas y salir con mascarillas, de los más diversos tipos y diseños, a estas alturas se transformó en un accesorio esencial y natural ante cualquier salida al mundo exterior. Hubo largas y extenuantes cuarentenas, no hubo nadie que no supiera o tuviera la pérdida de algún cercano producto de este virus, y actualmente vivimos en una aparente estabilidad o en un extraño regreso a la normalidad, gracias en buena parte, a la aparición de las vacunas y del exitoso y masivo proceso de inoculación que hemos tenido en Chile.
Sin embargo, esto de las pandemias es un tema de larga data a nivel mundial. La del COVID-19 es la que nos tocó a nosotros como generación. Dicen que a lo largo de la historia se da una vez cada siglo. Pero lo cierto es que constantemente convivimos con bacterias y virus, algunos más letales que otros, y que la información que tenemos de ellos no siempre fue tan difundida como lo ha sido en estos tiempos: “Lo que hoy encontramos terrible antes ocurría sin que ni siquiera supiéramos por qué nos enfermábamos”, cuenta Gabriel León, autor chileno ampliamente leído, sobre todo por su capacidad de explicar todos estos fenómenos científicos de una manera muy clara y cercana y que entre otros libros, escribió el muy recomendable La ciencia pop, editado por Penguin Random House.
Ameno y didáctico, en su nuevo libro Pandemia, este bioquímico, Doctor en Biología Celular y Molecular, además de escritor, relata el estudio de las enfermedades a través de la historia, y cómo la ciencia descubrió y controló, tardíamente muchas veces, a virus y bacterias. El gran avance que significó para la medicina el lavado de manos y cómo pudieron evitarse las cientos de miles de muertes de mujeres durante el parto, provocadas justamente por faltas de higiene.
En Pandemia desclasifica estos desaciertos y, también, los avances de las sociedades y de la medicina en la lucha contra las pandemias que asolaron la población mundial a lo largo de la historia. Por cierto que en este entretenido y muy interesante libro, dedica un capítulo especial y detallado sobre la pandemia de covid-19 y gripes similares presentes en las últimas décadas.
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