Un día como hoy, hace 60 años, se presentaba al mundo por primera vez y en pantalla gigante Holly Golightly, un personaje interpretado por Audrey Hepburn que con los años se ha mantenido como un ícono de la cultura pop, transformada hoy en estampado de poleras, tazones y bolsas de género. Por su parte, la película de Blake Edwards, pasó a formar parte de la lista de los grandes clásicos del séptimo arte.
Inspirada en la novela del controvertido Truman Capote, la película guarda mucha historia y detalles desconocidos. Empezando por el autor, quien escribió el libro pensando que su protagonista en el cine debía ser Marilyn Monroe. Confirmado por él mismo, la descripción del personaje estaba textualmente descrito para la Monroe, potenciando características que la ficción en aquel tiempo no solía profundizar, como su vulnerabilidad y su origen humilde.
Por este motivo es que cuando Blake Edwards toma el liderazgo como director de la adaptación de la novela, Capote queda muy decepcionado al enterarse de que Marilyn no podría cumplir su sueño de verla interpretando a Holly, debido a que tenía un contrato bastante estricto con la Twentieth Century Fox, a diferencia de Hepburn, quien de la mano de Paramount tenía todas las luces verdes para convertirse en la icónica protagonista.
Con un frustrado Truman Capote, cuya idea original era mostrar a un personaje con raíces rurales y que las circunstancias de la vida la habían llevado a convertirse en una mujer elegante y extravagante -características que eran más acordes con la historia personal de Marilyn-, más no de Audrey, quien además era europea y tenía un trasfondo familiar y cultural completamente distinto.
Pero además de eso, Holly Golightly en la novela no era solo una mujer elegante y empoderada, sino que se dedicaba a trabajar de escort, una característica que difícilmente se podía asociar a la dulce y elegante Hepburn, que tampoco estaba muy convencida de poder interpretarlo. Finalmente, la Paramount la convenció de tomar el papel pero con la condición de que su profesión no fuera algo muy evidente, detalle que al ver la película se cumple a cabalidad.
A pesar de Audrey se centró en su papel e intentó hacer su mayor esfuerzo, el escritor seguía sin estar feliz con la decisión y muchas fuentes aseguran que incluso era bastante incómodo cuando él iba a las filmaciones. Según cuenta la leyenda en el set del rodaje, todo cambió cuando un día Capote, quien debía modificar y añadir escenas al guión se atrasó, lo que abrió paso a que Audrey se apresurara a salvarlo inventando que se encontraba resfriada, pausando las grabaciones, dándole el tiempo necesario al escritor y borrando cualquier molestia de parte de ambos.
Pero Audrey no fue la única que no tuvo el mejor recibimiento, ya que su co-estrella George Peppard, quien interpreta el papel del ingenio Paul Varjak, no era para nada lo que el director esperaba para el personaje. E incluso para el propio actor, su papel era algo muy contrario a la imagen que quería mostrar en su vida personal. Sin embargo, todo resultó perfectamente y el equipo le tomó cariño y admiración al término del rodaje.
La moda es sin duda otro punto importante en el film, y sobre todo cuando hablamos del closet de Holly, que sin duda tenía piezas y prendas muy sofisticadas pero que una vez que las llevaba puestas daba la sensación de que no habían sido muy pensadas. El encargado de crear los looks fue ni más ni menos que Hubert de Givenchy, quien luego de la película se convirtió en amigo íntimo de la actriz y la vistió en innumerables ocasiones, convirtiéndola incluso en su musa.
La película fue estrenada en 1961 y ese mismo año recibieron cinco nominaciones de la Academia, ganando dos de ellas: Mejor Música (Henry Mancini) y Mejor canción por la inolvidable Moon River. Detrás de esa canción también hay una anécdota muy especial, pues aunque Audrey no era conocida por tener una gran voz, se preparó lo suficiente para interpretarla de la mejor forma. Sin embargo, cuando vieron la película con publico por primera vez, el director de la empresa dijo que se podían deshacer de la canción, haciendo que Audrey se pusiera de pie, respondiendo: «por encima de mi cadáver».
Por último, y uno de los momentos más icónicos de la película, es la escena de la fiesta. Aunque a simple vista se ve bastante breve, todo eso se grabó en casi una semana. Edwards, un experto en filmar fiestas -fue también el realizador de La Fiesta Inolvidable con Peter Sellers– notó que en el guión no se detallaban los momentos específicos y tuvo que inventar todo lo que ocurría, así que soltó rienda suelta a la creatividad, llamó a su grupo de amigos, abrió una botella (o varias) de champaña e improvisaron, resultando una secuencia llena de humor que dentro de la película se convirtió en un detalle memorable.