Hay fotografías que informan y otras que conmueven, pero son muy pocas aquellas que interpelan. La más reciente obra premiada del fotógrafo chileno Francisco Negroni pertenece a esta última categoría: una imagen que no solo retrata, sino que acusa. Con ella, Negroni obtuvo uno de los galardones principales del concurso internacional Nature and Humans, confirmando —una vez más— por qué su mirada es una de las más poderosas de la fotografía latinoamericana contemporánea.
La foto se llama “Un grito en el viento” y muestra a un puma muerto, colgado de una cerca como trofeo en algún rincón remoto de la Patagonia argentina. Es una escena dura e incómoda, casi cinematográfica por la mezcla de belleza natural y brutalidad humana. En tiempos en que la sobreabundancia visual anestesia, Negroni consigue lo contrario: detenernos.
El premio fue otorgado en la categoría Conservación – Imagen Única, aquella en que se reconoce la capacidad de una fotografía para abrir una conversación que incomoda, pero que importa. Y es justamente ahí donde Negroni ha construido su espacio: en la frontera entre lo sublime y lo feroz de la naturaleza.
Ver esta publicación en Instagram
Aunque muchos lo conocen por sus épicas capturas de volcanes en erupción —esas postales que parecen arrancadas de un sueño mineral—, su obra abarca mucho más que fenómenos extremos. En cada una de sus imágenes hay rigor, paciencia y una ética que se nota. Este artista observa, no invade.
Su trayectoria incluye más de un centenar de reconocimientos internacionales, pero cada premio parece reforzar una idea recurrente en su trabajo: la naturaleza no es un escenario, sino un personaje con voz propia.
Que la imagen premiada sea la de un puma tampoco es casual. Y es que se trata de uno de los grandes emblemas de la Patagonia, un animal que camina entre leyendas. En muchos lugares del Cono Sur sigue siendo visto como amenaza antes que como parte vital del ecosistema.
La fotografía de Negroni revela sin anestesia la persistencia de ese conflicto. Y, al hacerlo, expone una contradicción moderna: aplaudimos la naturaleza en discursos, pero todavía la tratamos como adversaria en la práctica.
El reconocimiento internacional no solo celebra la destreza técnica de Negroni. Destaca también su capacidad para usar la belleza como denuncia y el arte como conversación. En tiempos donde la información se disputa a gritos, él elige lo contrario: una imagen silenciosa que dice demasiado.
Su fotografía del puma no pretende ser un cierre, sino un inicio. Una invitación, o incluso una obligación, a mirar la Patagonia con más honestidad. A preguntarnos qué estamos haciendo con aquello que decimos amar. Porque, al final, la fuerza de esta imagen no radica en la muerte que muestra, sino en la vida que exige proteger.
Ver esta publicación en Instagram