París volvió a convertirse en el epicentro de la elegancia juvenil con una nueva edición de Le Bal des Débutantes, el evento que desde 1958 reúne a jóvenes de algunas de las familias más reconocidas del mundo. La cita, celebrada en el Hotel Shangri-La, combinó herencia, moda de alta costura y una atmósfera que cada año atrae la atención internacional. Entre las asistentes destacó la presencia de la princesa Eulalia de Orléans-Borbón.
La edición 2025 reunió a figuras como Bronwyn Vance, acompañada por sus padres Angela Bassett y Courtney B. Vance, así como a Lady Araminta Spencer-Churchill, descendiente de Winston Churchill. Carolina Lansing, nieta de Carolina Herrera, también captó miradas al rendir homenaje a su abuela con un diseño que evocó su legado.
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En ese contexto, Eulalia recibió una invitación que no tardó en aceptar. “Madame Ophélie envió una invitación a mi madre alrededor de agosto o septiembre de este año. Yo acepté de inmediato y estaba encantada de participar“, reveló a People sobre su llegada al evento conocido mundialmente como la “Met Gala para adolescentes”.
¿Qué significa realmente formar parte de Le Bal?
Más allá del glamour, Le Bal es un espacio donde mujeres jóvenes, muchas de ellas desconocidas entre sí, forjan lazos en cuestión de horas. Entre sesiones de maquillaje, pruebas de joyas y el esperado momento de ver sus vestidos terminados, las debutantes construyen amistades inesperadas.
Eulalia llegó al evento con cierta familiaridad: tres de las asistentes, Gabrielle Janssens de Balkany, Isabelle d’Orléans y Almudena Dailly d’Orléans, son sus primas. Pero su recuerdo más cálido fue la energía de grupo: “Fue muy lindo vivirlo juntas”, señaló sobre aquellas horas previas.
Su look comenzó a tomar forma en manos del equipo del salón Dessange, encargado de su maquillaje y peinado. Más tarde llegó el turno del vestido: un diseño de alta costura de Tony Ward que escogió tras una visita al showroom donde, entre varias propuestas, una pieza en particular la conquistó. “El último vestido que me mostraron fue el que finalmente elegí. Me enamoré de inmediato”.
El hermetismo es parte esencial del rito. Las debutantes no pueden mostrar sus vestidos hasta después del evento, una tradición que ayuda a “preservar el misterio”, según explicó Eulalia. A esa reserva se sumó un complemento excepcional: la tiara Fleur-de-Lys, una joya de 1912 creada por el joyero vienés Moritz Hübner. “Presenta diamantes antiguos que originalmente formaban parte de la Orden del Espíritu Santo, otorgada por el rey Carlos X de Francia”, aseguró. La pieza nunca había sido usada antes de que ella la llevara, algo que describe como “un honor increíble”.
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La entrada al ballroom marcó el inicio oficial de la noche. “Estábamos todas alineadas antes de entrar al ballroom, y recuerdo conversar nerviosamente con las chicas a mi alrededor. Mi cavalier, Albert Windsor, me estuvo tranquilizando durante toda la velada”, relató. Su acompañante, nieto del duque de Kent, actuó como su guía mientras avanzaban hacia la ceremonia.
Para Eulalia, la organización fue impecable. “El equipo de pelo y maquillaje, el personal del Shangri-La y el equipo de Madame Ophélie fueron increíbles. Los fotógrafos también fueron extremadamente amables y respetuosos. Y capturaron momentos bellísimos”. La noche transcurrió sin sobresaltos, consolidando la reputación de Le Bal.
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