Desde que comencé esta columna, pilates siempre fue sugerencia de todos. Sin embargo, de alguna forma yo terminaba posponiéndolo por otra cosa. “Qué tan espectacular puede llegar a ser”, pensaba yo. Pues bien, no hay plazo que no se cumpla. Y aquí les cuento cómo me fue.
Si buscas “pilates” en Google, lo primero que aparece es que se trata de un método de ejercicio de bajo impacto que combina el control mental con la respiración y el movimiento para fortalecer los músculos profundos del core, es decir, el centro de fuerza y estabilidad del cuerpo: los músculos abdominales profundos, la zona lumbar, la pelvis y el suelo pélvico. Mejorar la postura, la flexibilidad y la conciencia corporal es la idea.
Mis amigas que lo practican me decían: “tienes que probarlo, te va a encantar”. Pero ninguna me daba algo más detallado en cuanto al tipo de ejercicio específico o la exigencia. Su creador, Joseph Pilates, originalmente llamó a este método “contrología” y confieso que, tras mi primera práctica en la vida de pilates, me hace todo el sentido.
Seguí el consejo de hacer Pilates Reformer, con máquinas, y así llegué al centro Synergy, liderado por Florencia Cañas y Trinidad Bigas. Ambas fundaron este espacio de bienestar integral desde una amistad profunda y una visión compartida: crear un lugar donde cuerpo, mente y energía pudieran encontrarse en equilibrio.
Llegué a clases sin saber absolutamente nada al respecto. Me instalé sin miedo y con cero expectativas. Positivamente sorprendida, no solo conecté de inmediato con la profesora, Luz María Venegas Middleton –bailarina, profesora de ballet y danza contemporánea, instructora de Pilates y Fit Barré–, sino que también entendí por qué, quizás, no es fácil describir el método pilates en palabras y el porqué “contrología” sí lo hace, al menos para mí.

Desde el primer instante sentí que uno está en un constante “control” del cuerpo y el movimiento, pero no desde el lado negativo de la palabra, sino más bien desde el no apurar, resistir y regular. A través de movimientos simples y periodos de tensión, el cuerpo trabaja mucho más de lo que aparenta. Y a mi favor, debo decir que Luz María dijo que se notaba cuando la alumna hacía deporte, sobre todo por la postura, la respiración y ejecución de los ejercicios.
Empujar el carro se ve fácil, pero lo cierto es que los distintos niveles de resistencia provocan que ese “simple deslizar” se convierta en todo un reto, porque debes “controlar” los movimientos y la máquina, mientras intentas respirar.
La clase se pasó rápido entre ejercicios que trabajan diferentes partes del cuerpo, tren superior e inferior y el core siempre activo, transformándolo en una disciplina completa y entretenida que, al ritmo de la música y el sudor, llega a su fin con ganas de más. La disfruté de principio a fin y al día siguiente mi cuerpo sintió ese dolor del bueno, recordándome que siempre es bueno sacar al cuerpo de la zona de confort. Trabajar otros músculos, o los mismos, pero de manera diferente. Se “controla”, pero así también se libera.

Trinidad Bigas
Si hay algo que me cuesta de las clases es lograr la concentración necesaria para desconectarme del exterior. Pero aquí fue tal la concentración en los movimientos que estaba haciendo, y sin perder ese control, que logré conectarme con el momento.
“Lo que más nos dicen nuestras alumnas es que después de cada clase se sienten livianas. Y esa palabra resume perfectamente lo que buscamos: que salgan más presentes, más tranquilas, más conectadas. No solo es un entrenamiento; es un momento del día que se vuelve sagrado, donde todo se detiene y solo importa el aquí y el ahora”, dice Trinidad Bigas, relacionadora pública e instructora certificada de Pilates Reformer por la Academia Aerobic Life Argentina.

Este estar presentes es algo que hoy muchos buscamos al realizar ejercicio; encontrar algo que no solo sea transpirar y tonificar, sino también bajar la intensidad para reconectar. Es ese momento del día que termina siendo un regalo; de ahí mi fascinación por el deporte. Pero para disfrutar debes encontrar una disciplina que te entregue eso. Y pilates resulta ser la opción de muchos.
“Desde mi experiencia como psicóloga y bailarina, siempre he sentido que el cuerpo guarda historias, emociones y tensiones. Pilates permite liberar todo eso a través del movimiento consciente. Cuando una persona se da el tiempo de habitar su cuerpo, algo cambia: mejora la postura, la fuerza, la respiración… pero también se aquieta la mente”, afirma Florencia, psicóloga e instructora certificada en Pilates por Aerobic Life Argentina y bailarina de ballet con más de 21 años de experiencia.

Florencia Cañas
Florencia y Trinidad renunciaron a sus trabajos, pero no para abrir un estudio, sino un espacio energético. Y desde su fundación en 2024 no han parado de crecer. Hoy trabajan cinco disciplinas: Pilates Reformer, Power Pilates (suelo), Fitballet y Vinyasa Yoga, además de terapias complementarias como limpieza energética, hipnosis y biomagnetismo. También ofrecen el servicio de nutricionista, para cuidar el cuerpo y la energía de manera completa.
En mi caso, esa mezcla perfecta de técnica, energía y contención emocional, que bien describen Florencia y Trinidad, fue lo que me encantó de Pilates. También, en este caso, el llegar a un lugar donde desde la entrada percibes una sensación de comunidad. Algo muy importante a la hora de practicar deporte.
Las clases cierran con una meditación y un final de conciencia corporal y emocional. De esta forma, la práctica no es solo física, sino también mental y espiritual.
Para Flo y Trini, “pilates es mucho más que ejercicio físico: es una práctica de conciencia, equilibrio y presencia. Es un lenguaje entre el cuerpo y la mente, un espacio donde se aprende a escuchar, a respirar y a moverse con intención”. La invitación es a bajar la velocidad y reconectarse con uno mismo. “No se trata de competir ni de alcanzar una forma perfecta, sino de descubrir cómo el cuerpo puede ser un aliado, una herramienta de autoconocimiento y bienestar”, sostienen.
Pilates se recomienda para todos, ya que se adapta a los distintos cuerpos, edades y niveles de experiencia. “No importa si alguien está comenzando a entrenar, si busca rehabilitación física, o si ya tiene años de práctica: cada clase puede ajustarse a las necesidades de cada persona”, explican.
Para mí, practicar deporte es aportar equilibrio a la rutina y aquí esto se cumple: moverse con propósito, respirar, liberar tensiones y reconectarse con uno mismo.