El rey emérito de España, Juan Carlos I, vuelve al centro de la conversación pública. A sus 87 años, el exmonarca ha decidido revisar su legado, y enfrentar sus propios fantasmas, en Reconciliation, el libro de memorias que se publicará el próximo 5 de noviembre. Desde su residencia en los Emiratos Árabes Unidos, donde vive en autoexilio desde 2020, el texto promete una mirada íntima sobre su vida, su reinado y las controversias que marcaron su retiro.
Sin embargo, una entrada específica llamó la atención. Durante décadas, la realeza británica y la española compartieron vacaciones en Palma de Mallorca, donde Diana, el entonces príncipe Carlos y sus hijos William y Harry pasaron tres veranos consecutivos entre 1986 y 1988 en el Palacio de Marivent. Fue allí, entre almuerzos al sol y paseos en el yate Fortuna, que comenzaron los rumores de una supuesta cercanía entre la princesa de Gales y el monarca español.

En sus memorias, Juan Carlos aborda directamente la historia. A pesar de su reputación de mujeriego, niega haber tenido una relación con Diana y no la describe con benevolencia: la califica como “fría, taciturna y distante, salvo en presencia de los paparazzi”.
Diana, por su parte, nunca habló públicamente del tema, aunque sí se refirió a él en conversaciones recogidas por el biógrafo Andrew Morton. “Me sentí incómoda al quedarme sola con él en una habitación, aunque puedo asegurar que no pasó nada”, comentó tras una visita a Mallorca. En ese mismo contexto, se refirió al rey español como “un hombre muy libidinoso”.
El rumor, alimentado por la tensión evidente en el matrimonio de Diana y Carlos, marcado por la relación de él con Camilla Parker Bowles, se convirtió en uno de los episodios más comentados del círculo real europeo.
Juan Carlos ascendió al trono en 1975 como sucesor designado por Francisco Franco. Sin embargo, sorprendió al mundo al liderar las reformas que condujeron a la democracia española. Su intervención durante los intentos de golpe de Estado en los años ochenta consolidó su imagen como héroe político y símbolo de estabilidad.
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Pero el tiempo y los escándalos hicieron su trabajo. Hacia 2013, su figura se vio desgastada por acusaciones de infidelidad, cuestionamientos financieros y un viaje de caza de elefantes en África que generó indignación nacional. En 2014 abdicó a favor de su hijo, el actual rey Felipe VI, y en 2020 se instaló en Abu Dabi para evitar que la atención mediática afectara al reinado de su heredero.