Han pasado más de veinticinco años desde aquel 6 de septiembre de 1997, cuando el mundo contuvo el aliento mientras el conde Charles Spencer se dirigía a la multitud reunida en la Abadía de Westminster. Sin embargo, el hermano menor de Diana ha revelado recientemente que el discurso que originalmente había preparado era muy diferente.
En conversación con el pódcast Rosebud, conducido por Gyles Brandreth, el 9º conde Spencer confesó que su primer borrador tenía un tono mucho más convencional. “Era un discurso muy tradicional, casi… ‘Era muy buena en esto cuando era niña’, y todo eso. Y luego pensé: ‘Esto es ridículo, eso no era ella'”, recordó.
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La confesión de Spencer traza un retrato íntimo de los días posteriores a la tragedia. “Volé de regreso (al Reino Unido), vivía en Sudáfrica, así que volé desde Ciudad del Cabo durante la noche. Una azafata muy dulce me ayudó, porque yo estaba destrozado“, dijo, evocando el desconcierto que siguió a la noticia del accidente en París.
En ese vuelo, todavía dudaba si debía ser él quien hablara ante el mundo. “Tenía una libreta de direcciones gruesa. Y pensé: ‘Quiero encontrar a alguien que haga el discurso por ella’. Llegué hasta la letra ‘Z’ y no había encontrado a nadie”, recordó. Finalmente, una conversación con su madre selló el destino. “Bajé del avión en Heathrow, llamé a mi madre y le dije: ‘No puedo pensar quién podría dar el discurso. Y tengo la terrible sensación de que voy a tener que hacerlo yo’. Y ella respondió: ‘Pues sí, lo harás tú. Tus hermanas y yo ya lo hemos decidido’“.
A partir de ese momento, el tono del tributo cambió. Spencer comprendió que no debía hablar sobre Diana, sino por ella. “Y sabía que ella me había dejado, en ese entonces, como tutor de sus hijos”, contó, refiriéndose al príncipe William y al príncipe Harry. “Obviamente, al estar vivo el otro padre, eso no significaba nada legalmente, pero para mí sí significaba algo. Una especie de deber, creo“.
El discurso, que terminó escribiendo en apenas hora y media, fue una defensa apasionada de la princesa y una promesa para proteger a sus hijos de la presión mediática que ella padeció. Un compromiso que sigue resonando hasta hoy.