Por más de tres décadas, el apellido Menéndez ha sido sinónimo de uno de los crímenes más comentados en la historia judicial de Estados Unidos. Ahora, en un giro inesperado, Lyle y Erik Menéndez, condenados en 1996 por el asesinato de sus padres, podrían recuperar la libertad tras una nueva sentencia que cambia radicalmente su panorama carcelario.
Según informó NBC News y ABC 10 San Diego, un juez del condado de Los Ángeles resolvió resentenciar a los hermanos a un rango de 50 años a cadena perpetua, lo que los convierte inmediatamente en elegibles para solicitar libertad condicional.
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Ambos fueron hallados culpables de asesinar a sus padres, José y Kitty Menéndez, en su casa de Beverly Hills el 20 de agosto de 1989. Tenían apenas 21 y 18 años cuando, según su versión, los años de abusos sexuales cometidos por su padre, y silenciados por su madre, detonaron en tragedia. Desde entonces, su historia ha estado envuelta en juicios paralelos: el de los tribunales y el de la opinión pública.
Al anunciar la nueva sentencia, el juez Michael Jesic fue claro: “He pensado mucho en esto. Cometieron un crimen absolutamente atroz, y no hay forma de negarlo“. Sin embargo, también reconoció la transformación que ambos han vivido tras las rejas. “La cadena perpetua sin libertad condicional no da esperanza, ni razón para hacer algo bueno. Y les doy mucho crédito. Es notable lo que lograron cuando no tenían esperanza de salir en libertad”.
El cambio en la sentencia marca un punto de inflexión. La “circunstancia especial” que les impedía acceder a beneficios fue eliminada. Su abogado defensor, Mark Geragos, aplaudió el gesto del magistrado. “Quiero hacer un reconocimiento al juez Jesic, quien logró hacer a un lado todo el ruido que rodea este caso, la grandilocuencia, los intereses políticos… Él hizo lo que la justicia dictaba que debía suceder“, afirmó.
Geragos fue enfático: “La verdad es que los hermanos Menéndez han hecho un trabajo extraordinario. Y hoy es un gran día después de 35 años. En un día como hoy, la redención es posible“.
Durante el juicio original, la fiscalía argumentó que el crimen se motivó por codicia, basándose en el ostentoso estilo de vida que adoptaron los hermanos tras la muerte de sus padres. Sin embargo, ellos han mantenido otra versión: aseguraron haber actuado por temor, tras recibir amenazas de muerte si hablaban de los abusos sexuales.
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El caso Menéndez no es solo una historia criminal: es un espejo de cómo la justicia, el trauma y el poder de la narrativa pueden converger en un mismo veredicto. Y hoy, más de tres décadas después, la pregunta que vuelve a surgir no es si son culpables o inocentes, sino si, en efecto, la redención es posible.