Por Alfredo López J
Cuando el hombre más rico del mundo anunció que sería la mano derecha de Donald Trump, hubo una voz –entre sus 14 hijos– que habló fuerte para decir que esta dupla era un peligro. Era Vivian Jenna Wilson, la hija trans del magnate que abandonó el apellido de su progenitor y que, a los 20 años, afirma que Estados Unidos se volvió un lugar inseguro para ella y toda la comunidad que representa. “¡Eres un adúltero serial!”, le dice.
A los 14 años se declaró gay y a los 16 se identificó como transgénero. Fue a los 18 –con el respaldo de su madre y la profunda molestia del progenitor–, cuando cambió su nombre y se deshizo de su apellido. Ahora, cuando ya cumplió 20, advierte que Estados Unidos no es un lugar seguro para ella y que dejará la tierra donde creció como una persona libre, porque sencillamente no confía en el futuro de su país en manos de Donald Trump y mucho menos asesorado por su padre.
“Es cosa de escuchar lo que dicen”, sostiene. En el último tiempo, Elon Musk no solo ha hecho noticia por sus éxitos como magnate tecnológico o por su férrea defensa al líder republicano, sino por alentar a su entorno a traer más niños al mundo, pues está convencido de que la baja natalidad mundial pone en peligro el “gran objetivo multiplanetario” de la especie humana.
Esas ideas han sido para Jenna una constante desde que nació, un 15 de abril de 2004 en Los Ángeles, California, bajo el nombre Xavier Alexander. Ahora, confiada en sus decisiones, usó la plataforma Threads (competencia de X, exTwitter comprada por su padre) para afirmar que las políticas actuales y el crecimiento del conservadurismo afectan profundamente sus planes de vida.
Un testimonio que se hizo viral y que se tomó la agenda de la opinión pública en la última contienda electoral, dando a conocer que ambos no se dirigían la palabra hace cuatro años.
La guerra, sin embargo, estaba oficialmente declarada desde hace varios años. A través de entrevistas, tuits y conversaciones, padre e hija se han destrozado con descaro ante los ojos del mundo entero. En una entrevista con el Daily Wire, el empresario hizo una declaración particularmente impactante sobre ella: “Perdí a mi hijo Xavier. ¡Fue asesinado por el virus de la mente del movimiento woke!”. De paso deslizó que su descendiente, a quien omite llamarla como hija, es víctima de cómo las doctrinas de izquierda llevan a los jóvenes a creer en teorías conspirativas y a actuar siempre bajo la ideología de la cancelación.
Vivian Jenna Wilson, del primer matrimonio del fundador de Tesla con la escritora canadiense Jennifer Justine Wilson (conocida mundialmente por su firma como autora, Justine Wilson), nació con su hermano gemelo Griffin. Desde los primeros años tiene recuerdos duros al lado de su padre. No tomaba vacaciones y prefería que sus hijos lo acompañaran a la oficina o a viajes de negocios. Su espíritu trabajólico inundaba todos los dominios familiares. Siempre la razón estaba de su lado y, finalmente, su narcisismo –desliza su hija– lograba que todo girara en torno a él.
Fue a los 18 años, cuando finalmente Xavier Alexander Musk acudió a los tribunales de Los Ángeles, donde vivía con su mamá, para cambiar su nombre a Vivian Jenna Wilson, elección, como dice Walter Isaacson –uno de los biógrafos del magnate– es “similar al que usaba su madre antes de conocer a Musk y casarse con él”.
Las razones que adujo en ese momento al tribunal fueron: “Ya no vivo ni deseo relacionarme con mi padre biológico de ningún modo, manera o forma”.
Dos años después del cambio de identidad, la relación de Vivian Jenna con el billonario empeoró más, a pesar a los contradictorios esfuerzos de él. Y no es de extrañar, ya que las declaraciones de Elon Musk y su entorno han sido siempre erráticas. En algunas entrevistas ha dicho que “da por muerto a su hijo”, en otras ha sostenido que él no tiene problema con los trans, “pero sí con los comunistas”, afirmando que esa es la razón de su distanciamiento.
De acuerdo con su biógrafo Walter Isaacson, “a Musk le pesa mucho. Le enfadan demasiado los ataques públicos en contra por ser multimillonario. Un tema sensible que ahora se ve exacerbado por el hecho de que su hija Jenna, trans y ferviente anticapitalista, no le hable”.
Llegó un momento en que Musk llegó a vender muchas de sus propiedades y a deshacerse de varios lujos para ganarse el favor de su hija. La paternidad intentó domar el narcisismo de Musk, pero Jenna no dijo una palabra. Un miembro del círculo familiar filtró que Elon nunca ha tenido problemas con la comunidad gay ni trans, sino con el marxismo radical de ella, “algo que se intensificó cuando fue más allá del socialismo y se convirtió en una comunista total que piensa que cualquier persona rica es mala”.
La novelista canadiense Justine Wilson y Elon Musk tuvieron seis hijos. El primero de ellos, Nevada Alexander, murió repentinamente diez semanas después de su nacimiento, en 2002. En 2004, llegaron los gemelos Griffin y Xavier (Ahora Vivian Jenna) y, un par de años después, el 1 de enero de 2006, los trillizos Kai, Saxon y Damian. Eran un grupo familiar cohesionado, acostumbrado a celebrar los triunfos de un padre próspero y competitivo. Cuando Vivian Jenna manifestó –durante sus años adolescencia– que quería hacer un cambio de identidad, su padre se opuso.
La joven, hoy estudiante universitaria de idiomas, inmediatamente se defendió, diciendo que era un “hombre frío, rápido para enojarse, indiferente y narcisista”. Asimismo, sostuvo –a través de su cuenta de Threads– que siempre fue “de raras y escasas visitas, sin olvidar los insultos por ser demasiado femenina”. Finalmente, denunció la infidelidad crónica de su padre.
A los pocos días, el padre dijo que su hijo estaba ‘muerto’ para él. Y ella, de inmediato, respondió al Daily Wire con una simple frase: “Me veo bastante bien para ser una puta muerta”.
Lejos de quedarse ahí, cuando el líder empresarial habló sobre su nueva familia y los valores matrimoniales con la cantante Grimes, Vivian nuevamente acudió a su red social favorita en agosto pasado para revelar: “No eres un padre, eres un adúltero serial, uno que jamás deja de mentir sobre sus propios hijos”.
Las crisis matrimoniales de Elon Musk no son desconocidas. Luego de Justine, en 2010 llegó al altar con la actriz inglesa Talulah Riley (conocida por su papel de la seria hermana pianista Mary Bennett en la película “Orgullo & Prejuicio”). Se separaron y se volvieron a casar, hasta divorciarse definitivamente en 2016.
No hubo descendientes. Para 2020, el millonario hizo pareja con Grimes, con quien tuvo tres hijos, pero en paralelo se convertía en padre de mellizos con otra mujer. Vivian le restregaba esa infidelidad y las otras que marcaron los nacimientos de los otros medios hermanos que vinieron.
De lo íntimo, pasó a desafiar las declaraciones de su papá sobre la religión: “No eres cristiano, hasta donde yo sé, nunca has puesto un pie en una iglesia”, disparó.
Asimismo, lo acusó de no tener una postura radical en la causa ecológica: “No estás salvando el planeta, no tienes nada que ver con el cambio climático. Tú solo me has desilusionado al mostrarme qué tipo de especie crédula somos. Porque de alguna manera la gente sigue creyéndote por razones que no comprendo”.
Activa en redes sociales, Vivian tiene más de 650 mil seguidores en TikTok (@vivllainous). Espacios que no son exclusivos para críticas a su papá, ya que le encanta bailar, hacer bromas y jugar con su larga y rubia cabellera, que pareciera ser su máximo orgullo.
En una entrevista, el CEO de Tesla atribuyó que el cambio ideológico de Wilson tuvo un origen muy específico: el Crossroads School for Arts & Sciences, la exclusiva escuela que ella frecuentaba en Santa Mónica. Un “antro” que él considera como el responsable de alentar las convicciones progresistas y de rechazo hacia la riqueza que hoy prodiga su hija. El tiro de gracia fue cuando en una charla con el psicólogo conservador Jordan Peterson, Musk declaró ante todo un auditorio que su hija era alguien absolutamente irreconocible, ¡casi una entidad demoniaca!