Cuando pensábamos que ya lo habíamos escuchado todo sobre la familia real británica, llega un nuevo libro dispuesto a sacudir Buckingham. Yes Ma’am: The Secret Life of Royal Servants (Sí, señora: la vida secreta de los sirvientes reales, en español), de Tom Quinn, recopila confesiones explosivas del personal del palacio, revelando cómo es realmente la vida en el círculo más exclusivo del Reino Unido.
Según algunos empleados del palacio, el príncipe de Gales no es precisamente la definición de paciencia. “No sé qué haría William sin Kate”, reveló un ex miembro del personal.
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“Ella no ha tenido todo hecho para ella a lo largo de su vida, así que lo calma cuando se pone un poco irritable. Dice que a veces tiene que tratarlo como a su cuarto hijo“. Parece que, a pesar del porte regio, los berrinches son algo de familia.
Si algo fue claro desde el principio, es que Meghan Markle llegó para romper el protocolo real. Sus abrazos y gestos cariñosos generaron sorpresa en el palacio, donde el contacto físico no es exactamente bien recibido.
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Pero lo más llamativo es que, según el libro, algunos miembros del personal comenzaron a murmurar que la duquesa de Sussex “coqueteaba con William”. “Los abrazos y los besos en la mejilla alimentaron el chisme entre el personal de que Meghan estaba coqueteando con William, lo cual obviamente no era cierto. Pero la tensa atmósfera causada por su expresividad (y los rumores resultantes) profundizó la brecha entre los hermanos”, señaló una fuente.
La llegada de Meghan representaba un cambio radical para la realeza, pero según Quinn, su matrimonio con Harry solo fue tolerado porque él era “el repuesto”.
“La vieja guardia de cortesanos sigue siendo increíblemente esnob”, dijo un antiguo empleado de Kensington Palace. “Puedo decirte que si William hubiera querido casarse con Meghan Markle, habría sido un paso demasiado grande… (Pero) Harry nunca iba a ser rey”.
Antes de convertirse en reina consorte, Camilla Parker Bowles tuvo que ganarse su lugar dentro de la familia real, y al parecer, no fue fácil. Según el libro, el príncipe William y el príncipe Harry no eran sus mayores admiradores y la apodaban “Lady Macbeth”, “la Bruja del Oeste” y “Cruella de Vil”. Pero, según Quinn, Camilla nunca quiso ser reina y hasta le sugirió a Carlos que dejaran atrás la vida real.
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