Dicen que quien tiene buena suerte en el juego, tiene mala suerte en el amor. Pero en el caso de la Costa Azul, podrían decir que quien tiene derechos dinásticos en el Principado, será desafortunado en el lado sentimental. Los tres hermanos, Alberto, Carolina y Estefanía, pueden dar fe eso. Y sus pasados amorosos guardan capítulos complicados y más de alguna tragedia.
La primogénita de la familia, Carolina, tuvo que mirar dos veces para encontrar el amor. Y tras una relación fallida con Philipe Junot, 17 años mayor que ella, que tampoco contó con la bendición de sus padres, Raineiro y Grace Kelly, conocería al empresario Stefano Casiraghi.
Se casaron en 1983 y tuvieron tres hijos juntos: Andrea, Charlotte y Pierre. Eran una pareja de película, literal. Pero como en el peor de los films, la maldición de los Grimaldi aguardaba a la vuelta de la esquina. Stefano falleció en un accidente en la bahía de Montecarlo el 3 de octubre de 1990. Viuda y madre de tres pequeños, aparecería en su vida el príncipe alemán, Ernesto de Hannover. Estuvieron tres años de novios y se casaron en 1999, ella ya embarazada de Alexandra. Así alcanzó el título de su Alteza Real. Sin embargo, en 2010 su separación se hacía oficial.
Este 23 de enero Carolina de Mónaco cumple 67 años y son muchos los momentos que marcaron su historia. Sin embargo, hay dos que resaltan en el imaginario colectivo. Y son precisamente aquellos momentos más trágicos de su vida. Por un lado, la muerte de su madre, Grace Kelly, en un accidente de tráfico, el 14 de septiembre, de 1982. Y el otro, la muerte de su marido, Stefano Casiraghi.
Aquella demoledora imagen de Carolina viuda con tres hijos pequeños, dio la vuelta al mundo. Esto, en una época en la que no vivíamos del Internet como lo hacemos hoy. Con tan solo 30 años, Stefano Casiraghi moría en un accidente en alta mar, en la bahía de Montecarlo, mientras la princesa se encontraba en París con su amiga Inès de la Fressange.
The New York Times o Los Angeles Times de la época dedicaron titulares a la muerte del empresario, quien estaba defendiendo su título mundial en offshore, la fórmula 1 de las aguas, en la prueba celebrada en St-Jean-Cap-Ferrat. Su catamarán chocó contra una ola a 144 kilómetros por hora y volcó. La tragedia se desencadenaba.
Stefano Casiraghi fue trasladado al hospital Princesa Grace en Monte Carlo, junto al copiloto, Patrice Innocenti. Fueron momento de tensión aguda, pero el yerno de Rainiero de Mónaco murió a pocos minutos de ser rescatado. Mientras que Innocenti logró sobrevivir. Un hecho que ha auspiciado numerosas teorías. Como lo que ocurrió con el accidente fatal de Lady Di.
Innocenti salió volando, mientras que Casiraghi quedó enganchado al cinturón, por lo que sufrió el impacto del barco bimotor cuando se estrelló contra el agua. Uno de los competidores, aseguró que probablemente no tuvo tiempo de reaccionar y que murió directamente con el golpe. Esa misma tarde, Carolina de Mónaco regresó al Principado acompañada por Inès de la Fressange, una de sus personas más cercanas y queridas hasta el día de hoy.
Stefano Casiraghi alcanzó una enorme popularidad como marido de Carolina. Sin embargo, él era muy conocido en la alta sociedad italiana por la fortuna familiar que amasó en el contexto de la posguerra italiana tras la caída de Benito Mussolini.
El abuelo de Stefano Casiraghi era un jefe de estación y su padre creo una fortuna en la industria textil, el petróleo y la construcción durante tras la Segunda Guerra Mundial. Stefano, estudió Económicas en la Universidad de Bocconi, en Milán, y tuvo un rol muy activo en la expansión empresarial de la familia.
Al momento de su muerte, era presidente de Cogefar France, una empresa subsidiaria de una constructora italiana propiedad de Fiat, a su vez, en manos de la familia Agnelli. También estaba vinculado a Engeco, empresa inmobiliaria que tenía en Mónaco su base de operaciones.
La royal monegasca y el empresario eran considerados una de las parejas más felices y glamurosas, pero la repentina muerte de Stefano entristeció a Carolina de por vida. Se conocieron en el mar, y el mismo los separó. El dolor por la pérdida fue tan grande para la princesa de Hannover que nunca volvió a mencionarlo, al menos de manera público y el brillo de sus ojos se apagó. .