Por Polo Ramírez
La hasta hace algunas horas capitana de la Selección Chilena de Fútbol Femenino está en la cima de su carrera, jugando en el equipo más ganador de Europa, encabezando a La Roja y todavía disfrutando el sabor del premio The Best de hace dos años, al que ha vuelto a ser nominada. Pero también piensa en el futuro, en su legado y en el sueño de convertirse en madre junto a su esposa. De sus desafío más personales, confiesa: “Cuando me di cuenta de que mi orientación sexual era distinta, me costó aceptarlo”.
Claudia Christiane Endler Mutinello (32 años) ha vivido su vida sin un plan, pero sí con un objetivo irrenunciable: ser la mejor. Lo dice sin soberbia, con absoluta naturalidad, convencida de que sólo esa meta hace que el esfuerzo y los sacrificios valgan la pena. Lo que ha logrado en su carrera es apabullante: once títulos de liga en Chile y en Francia, Copa Libertadores con Colo Colo en 2012, Champions League con el Olympique de Lyon en 2022, Premio The Best en 2021, Súper Copa de Francia 2022-2023 y la primera participación de una selección chilena en un mundial de fútbol.
No es poco para una alguien que de niña ni siquiera imaginaba que una mujer podía convertirse algún día en futbolista profesional. Esto no estaba en sus sueños durante esas tardes que pasaba peloteando junto a su hermano Nicolás. Ni cuando se pelaba las rodillas en el pavimento jugando al arco contra puros hombres bajo la condición de no quejarse y de jamás ponerse a llorar.
Recibe la llamada de revista Velvet por Zoom en su casa de Lyon, Francia, donde vive junto a su esposa, Sofía Orozco, con el fondo de la pantalla discretamente difuminado, tal vez resguardando una privacidad no siempre fácil de cuidar para los ídolos. Habla con calma y seguridad, con la elocuencia de quien conoce el peso de sus propias palabras.
Lo demuestra cuando en medio de la entrevista recibe la noticia de la marginación de Chile del Mundial 2030. Y reacciona con palabras muy claras: “Me parece una pena que no pase por Chile, ya que se va hacer en Sudamérica, pero creo que en Chile no estamos preparados, no hay infraestructura para recibir un mundial. Hubiese sido increíble, maravilloso, poder vivir esa fiesta… Una pena”.
Al momento de esta entrevista, Tiane Endler, como la conoce todo el mundo, aún no sabía si podría ser parte de los Juegos Panamericanos. Ella declaró su voluntad de ser parte de la fiesta deportiva y pidió a su club los permisos para estar en al menos algunos partidos de la selección local. Eso, incluso a riesgo de su titularidad en el Olympique.
–Tu opción de estar presente ha sido muy celebrada en Chile.
–La decisión de ir a jugar los Panamericanos es mía, creo que es un evento súper importante, histórico para el deporte chileno y quería estar. Después, pasa por mi club si me dejan ir o no. Pero no sé si voy a poder estar todo el Panamericano o una parte, yo espero que sí, pero significa perderme por lo menos dos partidos de la liga.
–¿Tuviste dudas en algún minuto?
–Siempre he sido incondicional, siempre que me han llamado he ido. Nunca he renunciado, jamás he dicho que no. Nunca he puesto en duda tampoco mi participación en ningún evento de la selección. Sí puede traer repercusiones para mí acá y, sí, el no jugar dos partidos, el darle la oportunidad a la otra arquera para que juegue y quizás lo hace bien… y después pongan en duda mi continuidad como titular… uno nunca sabe. Están también las opciones de lesionarse en un campeonato donde se juegan muchos partidos en pocos días. Siempre hay un riesgo, pero que he estado dispuesta a correr. Ahora estoy a la espera de que me den la confirmación desde aquí. Pero si me la dan, yo feliz de ir a jugar.
Como toda deportista de alto nivel, Tiane cuenta que sigue una rutina muy estricta. Se despierta a las 7:30, va al club a entrenar, almuerza allá, hace gimnasio o sesiones de kinesiología y llega alrededor de las 3 de la tarde a su casa. “Descanso un rato, después salgo a pasear con mi perro, intentamos comer temprano y acostarnos temprano también, una rutina más menos similar todos los días”. Sofía trabaja desde la casa y juntas visitan los parques de Lyon, los ríos y lagos que hay en la ciudad. También salen a comer: “Los mejores restaurantes de Francia están acá en Lyon, así que hay mucha variedad para comer bien, hemos probado varios restaurantes”.
–Entiendo que tienen planes de tener hijos…
–Es algo que queremos. Este proceso tiene hartas etapas y hemos hecho ya parte del proceso. Yo congelé mis óvulos, entonces hemos avanzado en ese tema. Pero es algo que también tiene muchos factores y que no es tan fácil, vamos de a poco avanzando en ese tema, esperamos las dos poder tener un hijo, y luego, pero todavía falta.
–Y el plan entonces es que ahora Sofía sea la que lo tenga, ¿no?
–Por ahora, ella. Yo no podría tenerlo en este momento, así que ella lo tendría.
–¿Y en el futuro te gustaría a ti también?
–Sí, me encantaría.
–Es un tema en el que, tal como en el fútbol, estás abriendo camino…
–Esto no es tan poco común como se cree, pero quizás es un tema más desconocido para los que no tienen que vivir ese proceso. Por lo mismo, yo decidí hablarlo. No lo quería hacer, pero creo que es importante también educarse sobre el tema y no sólo para parejas del mismo sexo, sino para mujeres que ya están transitando los treinta y tantos años, la importancia de congelar los óvulos si es que uno no quiere ser madre todavía, porque uno se siente joven, pero biológica- mente los óvulos empiezan a tener su desgaste y sus años y no es lo mismo intentar quedar embarazada a los 40 que con un óvulo de 30 años. Mientras antes uno lo haga, mejor, sobre todo los deportistas que normalmente postergan la maternidad, porque en este momento yo no podría tener un hijo y volver a jugar al mismo nivel en el que el que estoy jugando.
–¿Han conversado sobre lo que buscan en el padre?
–¿El donante?
–Eso.
–En un principio sí, obviamente lo conversamos mucho, buscamos y vimos opciones, y también lo veíamos como “el padre”… Al final uno se tiene que dar cuenta de que esa persona no va a ser el padre, que no es el padre, que es un medio para llegar a cumplir nuestro sueño de ser madres, y en muchos lugares no te permiten tener mayor información. En España, los doctores son los encargados de elegir a alguien apto, parecido a ti. En Chile uno sí puede elegir el donante y puede dar distintas opciones: altura, pelo, color, y puedes tener mayor información si quieres, pero al final decidimos no buscar tanto y que fuera la información lo más simple posible, porque al final depende más de la forma en que uno críe a los hijos.
–En Chile somos buenos para juzgar, para apuntar con el dedo, y en otros tiempos para condenar a personas con una orientación sexual que no sea la “aceptable”. ¿Cómo ha sido en tu caso?
–En general ha sido súper positivo. No he tenido, al menos cara a cara, ningún problema, ninguna discriminación, ninguna mala palabra. Al contrario, mucha gente se me acerca y me ha dicho “me encanta que lo hayas hablado, que lo hayas contado; me encanta como vives tu vida…”. No sé, en ese sentido, súper bien. Pero, obviamente, uno no siempre le va a agradar a todo el mundo ni va a poder cambiar quizás la mentalidad de otras personas. Yo respeto a la gente que no lo entiende o que no lo acepta, creo que hay distintas formas de pensar y de vivir la vida, mientras uno deje vivir al otro como quiera, creo que no hay problema. Siempre hay alguno que otro que comenta de forma despectiva o quizás con chistes o cosas, pero me lo tomo normal. Me pasa a mí y le pasa a todo el mundo que es más conocido, siempre va a haber comentarios desagradables o de gente aburrida que no tiene nada más que hacer.
–¿Cómo fue con tu familia, con tus papás?
–Cuando les conté, me esperaba una reacción muy distinta. Me costó contarles. Se los dije ya más grande, pensando que quizás no iba a ser aceptado, en mi familia no se conocía mucho del tema tampoco. Y para nada: siempre han querido lo mejor para mí. Entiendo que les da miedo los comentarios, el que te traten mal, que te discriminen, ese es el mayor miedo de los padres cuando conocen estas noticias, pero ellos aman a la Sofi, creo que hablan más con ella que conmigo, tiene una relación súper cercana con todos mis hermanos, entonces para mí ha sido maravilloso poder abrirme y poder ser real con ellos; una vez que les conté y me han apoyado ciento por ciento.
–No siempre es un proceso fácil…
–Yo lo tenía claro también porque para mí no era algo “natural” tampoco. Cuando me di cuenta de que mi orientación sexual era distinta, a me costó aceptarlo, entonces me imaginé que para ellos iba a hacer un shock el enterarse y el saber lo que estaba pasando o cómo soy. También iba preparada para eso y entiendo que para ellos en un principio haya sido difícil. Así como para mí fue un proceso largo el decidirme a contarles, entendí perfectamente que para ellos iba a ser largo procesar la información, aceptarla, digerirla, y que por mucho que ellos te amen y que te quieran y que siempre quieren lo mejor para ti, es una sorpresa, y no es “lo normal” visto socialmente, entonces me imagino que fue complicado. Pero en este momento ellos me ven lo feliz que soy, lo bien que me siento conmigo, con mi familia, cómo vivo, entonces para ellos eso es lo más importante.
Tiane nació en Santiago, en julio de 1991. Pasó su infancia entre la capital y la casa familiar de Algarrobo, junto a sus padres, Peter y Claudia, y sus hermanos, Nicolás, Carolina y Valentina.
“Tuvimos la suerte de que mi mamá no trabajaba afuera, estaba en la casa, así que tengo una relación muy cercana con ella, muy cariñosa, de mucho amor, siempre dedicada a sus hijos, a que pudiéramos hacer todo lo que queríamos. Todos hacíamos deportes distintos y teníamos horarios diferentes y ella nos apañaba en todo, nos iba a dejar, nos acompañaba. Así que tuvimos la suerte de poder criarnos así. Mi papá también fue súper presente en el tema deportivo. Somos una familia muy unida, ellos siempre se han preocupado de mantenernos unidos, de juntarnos, todavía, siempre los domingos, de contarnos todo, de apoyarnos mucho los unos a los otros y mi relación directa con mi papá, yo creo que siempre fue un poco… mis hermanos me dicen la preferida… Pero siempre nos llevamos muy bien. Yo lo acompañaba en todo, a él le gustaba hacer distintas cosas, fue piloto de avión, yo lo acompaña a volar; le dio por las motos, yo lo acompañé andar en moto; en todo lo que se le ocurría –barco, velero– yo iba con él, así que éramos bien partners…”, relata.
Sus aptitudes deportivas se notaron desde que era muy pequeña. Jugó tenis, básquetbol, vóleibol; practicó atletismo, hockey… pero era el fútbol lo que más la apasionaba.
“Empecé a jugar fútbol desde muy chica, con mi hermano, con mi papá, con mi familia siempre desde que tengo recuerdo que andaba siempre con la pelota para todos lados. Íbamos juntos al estadio con mi papá y mi hermanos. Éramos de Católica y vivíamos cerca, íbamos seguido al estadio (…) Siempre pude desde muy chica jugar con hombres sin problema. La verdad, me hubiese encantado hacerlo desde más chica, pero en ese momento no se podía, no estaba la posibilidad porque no había ni un lugar donde practicarlo. Más grande, en el colegio hicieron una rama de fútbol. Era la primera vez que se hacía. Yo tenía 14 o 15 años. Ahí empecé a jugar por el colegio, fuimos a una liga que hicieron un equipo de Santiago Oriente y participaba en un campeonato ANFP. Ahí me vieron jugando desde la Selección Nacional y me llamaron por primera vez. En ese tiempo jugaba de delantera y llegué como delantera a la selección, pero siempre supe jugar al arco, porque aprendí a jugar fútbol así, me ponía al arco. Me gustaba, no me daba miedo, me tiraba sin problemas, llegaba con las rodillas rotas siempre, y no era problema para mí… Y era una de las condiciones también; me decían: ‘Ya, puedes jugar, puedes meterte al partido, pero no puedes llorar y no te puedes quejar’. Era valiente para ser tan chica. Jugaba partidos con hombres en la empresa de mi papá, con mi hermano, con amigos en la plaza. Siempre buscábamos la forma de jugar, la verdad es que nunca le tuve miedo, al contrario, era súper aguerrida y me tiraba a todas partes”.
–¿Ya en ese entonces tenías el sueño de convertirte en futbolista profesional o era simplemente un deporte más que practicabas?
–No tenía ni el sueño ni sabía que me podría dedicar a eso; al contrario, sólo era algo que estaba haciendo… Y en ese momento nos llamaron para la sub-17, porque había Sudamericano en Chile. Ahí empezamos a jugar más seguido, a entrenar, y ahí fue cuando cambié de posición de delantera a arquera, por el porte y por las condiciones, y además que ya tenía noción del puesto. Me incentivaron a cambiar, pero jamás se me pasó por la cabeza que en algún momento me iba a dedicar a esto. No sabía que existiera, no veía esa posibilidad, porque nunca había visto que otra persona lo hiciera tampoco.
–¿En qué minuto eso empieza a cambiar y de qué manera?
–Yo creo que la primera vez que eso empezó a cambiar fue con el Mundial Sub 20 en Chile (2008). Causó harto furor, muchas personas lo siguieron, estadios llenos, y después de eso me vieron jugando desde una universidad en Estados Unidos y me ofrecieron una beca para ir a estudiar allá lo que yo quisiera, con todo pagado. Y ahí me di cuenta de la realidad del fútbol afuera, de lo grande que era allá y también de lo grande que era en Europa; además, estaba empezando a crecer y a ser más profesional, y en ese momento dije, “quizás puedo hacer una carrera de esto”. Claro que pensé: “Me voy, pero me voy para ser la mejor, no me voy a ir para pasarlo bien, estar un rato allá, disfrutar”… No, si al final son muchas cosas las que uno deja de lado: familia, amigos, momentos importantes… te pierdes un montón de cosas, hay que hacer que valga la pena.
Después de Estados Unidos vino una no tan grata estadía en Inglaterra, en el Chelsea (“Llegué allá a compartir un departamento con dos otras jugadoras que, la verdad, fue un poco difícil, otra cultura; los días allá son grises, llueve mucho, tampoco es que uno ganara mucho…”), una lesión de meniscos y el regreso a Chile, a Colo Colo. Armó también su propio negocio: un gimnasio con máquinas y aparatos de electroestimulación. Comenzó la relación con Edgar Merino, su representante hasta hoy. Y después de un par de meses llegó la opción de ir a Valencia. “Ellos en ese momento me dijeron ‘ven, ven a conocer, ven una semana a visitar el club, a ver la ciudad, y si te gusta, bien’. Yo dije ‘ya pues, vamos, una semana en España con todo pagado, por qué no…’. Pero estando allá firmé el contrato para la siguiente temporada y decidí volver a Europa. Pero no iba con esa intención”.
–¿Cómo tomas esas decisiones, que han llevado a cambios muy radicales…?
–Normalmente tomo las decisiones por lo que me dice mi instinto, trato de no pensarlo mucho. Cuando más pienso las cosas, creo que es cuando más me equivoco. El instinto me guía mucho más, mi sensación de guata.
Con Tiane en la portería, ese año el Valencia tuvo la mejor temporada de su historia. Renovó y una semana después llega la oferta del PSG… “Yo dije: ‘Pero acabamos de firmar acá’… ‘No, es que te quieren y están dispuestos a pagar el traspaso’”… Y fuimos a París a conocer el club, las instalaciones, y ahí se dio que fue la primera transferencia pagada de una jugadora desde la liga española a otro club.
–¿Qué significó eso para ti?
–Que venga uno de los mejores de Francia era dar un salto de calidad mayor, y por supuesto que como arquera, como jugadora, como deportista, es a lo que uno va aspirando y son las ambiciones que tiene.
Al PSG no llegó de titular. “Había una arquera que llevaba muchos años ahí, que era muy querida en el club y por el público y había hecho cosas importantes con ellos, y me demoré como 4 meses en tener la oportunidad de jugar de titular y fue justamente contra el Lyon mi primer partido en París, y jugué súper bien, un partidazo, y de ahí creo que fui titular el resto del año”. Al poco andar, y con Tiane en el arco, el PSG alcanzó su primer título de la División 1 Femenina.
Cuando parecía que el PSG era la cima de su carrera, surgió la oferta del Lyon, un equipo que ya lleva ocho Champions, el más ganador de la historia… “El cambio para mí fue increíble. Pero no fue una decisión fácil, porque, claro, ya me había consolidado en el equipo en París, me había costado ganarme el puesto y ya estaba jugando bien de titular, habíamos ganado la liga ese año y las propuestas eran muy similares las dos. Llegamos al punto de que era por instinto, de nuevo, elegir uno o lo otro y creo que fue una muy buena decisión, estoy muy feliz acá en Lyon, me encanta el equipo, me encanta la ciudad, lo competitivos que son acá y el objetivo de ganarlo todo está siempre. Creo que fue un buen momento para cambiar, para llegar a este lugar que creo ahora considero mi casa y espero poder quedarme acá un tiempo más”.
–Y en este equipo ganaste la Champions y el premio The Best…
–Estar acá, en Lyon, siempre te permite estar dentro de la perspectiva del resto de los equipos y en la mirada, por así decirlo, y ganar la Champions obviamente te da otra exposición, y quizás jugando de la misma forma, si me hubiese quedado en el PSG, quizá no hubiese ganado el premio The Best. Muchas veces no depende sólo de tu performance como arquera, sino de los resultados del equipo, de los resultados de la selección, de los medios; depende de muchas cosas. Venir acá obviamente me permitió también ganar ese premio.
–El premio The Best te ratificó como la mejor arquera del mundo… ¿Cómo lo recibes y qué significado tiene para ti?
–Más que recibir el premio, que obviamente es importante y un honor para mí, el hecho de estar ahí, de estar en la nómina ya cinco años seguidos, para mí eso es un mayor logro que recibir efectivamente el premio, porque el premio depende de muchas cosas, no sólo de cómo lo hiciste ese año, de tu performance, depende de los logros deportivos, depende de los títulos, depende también de si juegas en Europa, porque probablemente te van a ver mucho más… Ahora, creo que soy la persona más autoexigente de todas, y no sé si me conformo con haberlo logrado, no sé si fue mi mejor año, creo que quizá me lo merecía otro año más que ese año en que lo gané. Entonces para mí, claro, es importante, pero hay otras cosas: sentirme bien jugando, estar bien preparada físicamente, sentir que estoy aportando en mi equipo y que tengo la confianza, es mucho más importante que el premio en sí.
–En todo este periodo has estado también en la selección chilena, donde tienes una posición de liderazgo muy evidente…
–A la selección llegué el 2009, entonces han sido varios años de altos y bajos, de buenos y malos momentos, pero para mí siempre ha sido mi mayor orgullo representar a Chile, representar a nuestro país en el mundial, Juegos Olímpicos, en Copa América… ha sido maravilloso. Pero ha sido un camino difícil también. Es muy desgastante, porque, claro, ahí tienes una posición de líder en la hay que pelear mucho, en la que tienes que exigir cosas, luchar por mejores condiciones y que muchas veces logras conseguir cosas y después hay algún cambio en la federación o algo así y vuelves a cero y tienes que empezar a pelear de nuevo… Ha sido un proceso desgastante, pero obviamente que no me arrepiento y espero que todo lo que hemos logrado haya pavimentado un poco el camino para las próximas generaciones, que ojalá no lo tengan tan difícil.
–¿Qué falta en el desarrollo del fútbol femenino en Chile?
–Lo que más falta es interés y gestión. Al menos puedo hablar de lo que yo vivo en la selección cuando voy. Sé los problemas que hay en la liga, pero no vivo el día a día. Sé que han suspendido muchos partidos porque no hay ambulancia o porque no llega la seguridad o porque no llegan los árbitros y cosas así. Falta gestión, falta interés porque realmente el fútbol femenino crezca, se desarrolle. Jugamos hace poco un partido en la Florida: traes una selección de Nueva Zelanda que viene de jugar un mundial a una cancha que no está en buenas condiciones, que es sintética y arriesga lesiones, pones las entradas a la venta el jueves y se juega el día sábado, juegas un segundo partido a puertas cerradas. Mejor lleva el fútbol a regiones, que otra gente lo pueda ver, que se hagan partícipes. Vendes las entradas a dos mil, a cuatro mil pesos, cuando para ver un clásico entre Colo Colo y la U femenino tienes que pagar más. Entonces, ¿cuál es el verdadero valor que le estás dando a la selección chilena, al producto en sí, al desarrollo del fútbol femenino?
–¿Cómo vives las diferencias y la distancia entre la realidad en que tú te mueves allá en Francia y la que tienen tus compañeras de selección acá?
–Sí, de las condiciones sobre todo; lo que se vive a diario, la intensidad del fútbol, la velocidad es otra… Mi relación con las jugadoras: me llevo súper bien con la mayoría, obviamente no somos todas amigas. Llevamos muchos años trabajando juntas y siempre ha habido un respeto y un profesionalismo importante, y eso creo que es muy valorable, es lo que nos ha ayudado también a lograr cosas. Pero es importante que las jugadoras chilenas salgan, que prueben otras ligas, que intenten jugar en el exterior, por último para vivir esa experiencia de conocer otras realidades, de ver cómo se están haciendo las cosas afuera, del profesionalismo que hay que tener 24/7, que uno es jugadora 24/7, no sólo las horas que vas a entrenar y después te vas a tu casa y haces lo que quieres, sino que hay una dedicación al cien por ciento. Creo que eso ha ido cambiando, ha ido mejorando y, por suerte, ahora la mayoría se puede dedicar a jugar también gracias a la profesionalización de la liga. Falta todavía, pero creo que hemos ido creciendo y evolucionando.
–¿Qué sacrificios has hecho por llegar adonde estás?
–Sacrificios no sé, porque al final yo lo decidí, y es lo que me gusta y lo que quiero hacer, pero obviamente hay cosas que uno se pierde en el camino: matrimonios, nacimientos, cumpleaños, estar mucho tiempo fuera de tu casa, lejos de la familia, momentos importantes, fallecimiento de parientes, y también te vas dando cuenta de que el resto sigue viviendo allá, que sigue creciendo, que mis papás ya están más viejos también y te vas perdiendo un poco esa cosa, pero he tenido la suerte de poder ir harto últimamente a Chile, de poder compartir con ellos. No sé, creo que son cosas que todo el mundo deja un poco de lado persiguiendo sus sueños y buscando desarrollarte en distintos aspectos. Lamentablemente, yo, aunque quisiera, no podría jugar al mismo nivel en Chile, entonces tengo que irme si es que quiero estar dentro de la élite del fútbol.
–¿Cómo ves tu futuro en el fútbol?
–No tengo claro hasta qué edad quiero jugar, yo creo que depende cómo me sienta, si me acompaña mi cuerpo o no, si me siento útil, si me siento en el nivel para hacerlo todavía, pero si me mantengo bien creo que puedo jugar un par de años más todavía, pero no tengo una fecha, como decir “sí, a los 40 me retiro y listo”… mientras siga disfrutando, mientras siga en un buen nivel, sintiéndome útil, que soy un aporte en el equipo que esté, lo voy a seguir haciendo, pero creo que también hay otras opciones después, por eso ahora estoy haciendo un Máster en Gestión Deportiva y me gustaría empezar a aprender distintos aspectos del fútbol, para para decidir qué voy a hacer después, porque todavía no tengo claro si quiero ser entrenadora, si quiero estar más en la parte dirigencial… Estoy empezando ya a ver distintas opciones.
–Hay muchas niñas que te tienen como ídolo, que andan con tu camiseta con el número 1… ¿Cómo te llega eso?
–¡Súper! Es un honor para mí que las niñas tengan un referente y que se fijen en mí y que compren tu camiseta y que quieran ser como tú en el futuro, que te sigan, acá hay unas niñas que se tatuaron mi firma y que tienen tatuajes tuyos… Igual es un poco loco el que te sigan y que te quieran tanto, y uno a veces no se da cuenta del impacto que puede tener en distintas personas, pero es algo lindo y el cariño de toda esa gente se siente y el apoyo, y es algo yo creo que es inexplicable ver a una niña de 7 años que está vestida entera de ti, con guantes y todo, y que lo único que quiere es conocerte… es increíble.
–¿Cómo ves hoy a las niñas que juegan fútbol? ¿En tus escuelas, por ejemplo?
–Hay muchas escuelas, hay muchos clubes, la mayoría de los colegios tiene fútbol femenino ahora, eso es súper positivo. A cualquier niña que quiera participar no se le va a hacer tan difícil encontrar una opción, y esa es la idea de las escuelas: más que buscar un rendimiento deportivo es que las niñas tengan acceso, que jueguen, que hagan deporte, que practiquen, que hagan lo que más les gusta y si después quieren seguir desarrollándose en el fútbol, increíble. Y, claro, con la efervescencia del fútbol femenino ahora hay muchas niñas que están participando, los papás las apoyan, las siguen, las llevan a entrenar, cuando hay partidos están ahí también, y eso es lindo de ver, es lindo ver que ahora ya no hay un prejuicio de porque las niñas están jugando fútbol, sino que es algo más natural, y creo que los papás son los más orgullosos cuando ven a su hija jugar y hacerlo bien y que puedan competir… Ojalá que en Chile nos culturicemos un poco más con el deporte y se siga desarrollando. Creo que los Panamericanos van a influir en un cambio cultural para Chile.
–Tomando en cuenta todos tus logros, ¿cómo ves tu legado?
–No sé. Lo que he hecho no lo he hecho por dejar un legado, sino que siempre he querido liderar con el ejemplo, demostrar que se pueden hacer las cosas, que se puede ser profesional incluso no teniendo un contrato, que uno se puede desarrollar, exigir y lograr cosas que quizá eran inimaginables para algunos. Yo creo que va por ahí: abrir puertas en Europa, en otros clubes, que la gente conozca el fútbol femenino en Chile. Simplemente, he intentado ser un ejemplo de deportista integral en mi carrera y no lo hago por demostrarle a los otros, sino que por demostrarme a mí que puedo hacer las cosas y que puedo desarrollarme en lo que me proponga y que puedo ir abriendo esas barreras. Y creo que eso indirectamente abre puertas y uno va dejando un legado gracias a lo que uno va logrando. Pero mi propósito siempre ha sido ser una persona integral y un ejemplo para otras.
–¿Y te sientes un ejemplo?
–Sí, me siento considerada un ejemplo, me siento valorada también. Creo que el cariño y el afecto que tengo siempre cuando voy a Chile es increíble y siento que me ven como un ejemplo a seguir.