La televisión revolucionó las comunicaciones en los años 60 y por eso algunos hasta tenían sus aparatos en el living. En la década de los 90, con el crecimiento económico, esto cambió radicalmente y la mayoría empezó a disponer televisores en sus habitaciones. Hoy, en un mundo más “smart”, estos empezaron a volver al epicentro de las casas y las estamos disfrutando más que nunca.
Por Pilar Martínez y Baltazar Sánchez
Si existe un objeto dentro de nuestras casas que se ha ido moviendo más que cualquier otro –según el paso del tiempo, las modas, el Covid-19 y la tecnología– es el televisor.
Al principio eran un lujo, solo había un televisor en cada casa, y por eso en algunos hogares hasta lo ponían en el living o el comedor. Con el tiempo, algunos se pusieron “snobs” y encontraron “rasca” tener un televisor en esos lugares. Fueron desterrados, exiliados y deportados, pasando rápidamente al dormitorio principal. A medida que, en los años 90, el país comenzaba a vivir su crecimiento económico, se expandieron a la sala de estar y a algunas piezas de la casa.
Y todo eso aumentó, sobre todo debido a que su precio empezó a ser cada vez más accesible. Así, en los últimos años, los televisores llegaron a la cocina, quinchos y ¡¡¡hasta los baños!!! De hecho, en la actualidad hay casi más aparatos de televisión que habitantes por hogar.
Indudablemente potenciados por el contexto de la pandemia, las cuarentenas y el encierro intermitente, los espacios abiertos y multifuncionales fueron haciéndose protagónicos en nuestro diario vivir. Por su tecnología y buen diseño, el televisor volvió donde muchos opinan que nunca debió haber salido o donde siempre tuvo que estar.
Post pandemia, además, no sabemos qué hubiéramos hecho sin todas las bondades de la televisión y sin las diferentes plataformas de streaming. Ahora los televisores son ventanas de buen cine, series y documentales; nos conectamos a YouTube, Spotify, a una reunión o a una clase del colegio o universidad. Incluso podemos poner una imagen de nuestro cuadro favorito. Definitivamente es un aporte al lugar, dejando de ser un aparato nefasto en el cual solo se veían cuatro canales.
Ahora que vuelve la normalidad, ya no queremos tener metida a toda la familia y a los amigos en nuestra pieza viendo un partido de fútbol. Por eso nos resistimos a dejar ir nuestro televisor del living. Perdón, pero también creemos que tenemos que dejar de lado este término tan gringo: llamémoslo “estar familiar”. El verdadero lugar de reunión que renació en esta pandemia y que dejó de ser un espacio al que con suerte se entraba una vez al mes, ocupando un porcentaje importante de los metros cuadrados de la casa.
A fin de cuentas, tenemos que vivir acorde a las nuevas generaciones que son más inteligentes (al igual que las “smart” TV) y sin tantas trancas que impiden ser más honestos, prácticos y felices.