Revista Velvet | El placer (y los beneficios) de irte de vacaciones a un hotel en tu ciudad
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El placer (y los beneficios) de irte de vacaciones a un hotel en tu ciudad

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El placer (y los beneficios) de irte de vacaciones a un hotel en tu ciudad

POR Sole Hott | 26 agosto 2022

Siempre tengo ganas de una escapada, ya sean esperadas vacaciones o un simple viaje de fin de semana. Sin embargo, los tiempos, la pandemia, el bolsillo o la presión que solo el hecho de organizar algo supone, muchas veces terminan por coartar nuestros planes.

Si estoy cómoda en casa, para qué moverme. Esto es algo en lo que fácilmente podría coincidir con el desaparecido humorista Rodney Dangerfield cuando contaba: “Un día tomé un taxi y le pedí al conductor que me llevara al sitio donde creía que me lo iba a pasar mejor. Él me miró, dio la vuelta en el auto y me dejó en casa”.  Él lo contaba como chiste, sin embargo, no tienes para qué quedarte en casa, puedes tomar ese mismo taxi y pedirle que te deje en un hotel. Eso ya cuenta como escapada. Y créeme, no te arrepentirás. ¿Mi destino? Hotel The Ritz-Carlton, Santiago, ubicado en el barrio El Golf.

El placer del check-in

¿La primera ventaja? ¿Hay algo que se compare a esa sensación de entrar a un hotel? Sea donde sea, aún cuando no hayas tomado un avión, la sensación de hotel es la misma. Y qué mejor que preparar tu bolso con solo lo indispensable para una noche y no salir de ese lugar. Traje de baño, bolso del baño, pijama y tenida para el día siguiente y listo.

El check-in en el hotel estaba dispuesto para un sábado a partir de las 16:00 horas. Pero yo llegué, con una amiga, poco antes de nuestra reserva en el restaurant Estró del mismo hotel.

Hay algo que pasa cuando uno se queda en un hotel dentro de la misma ciudad, como una especie de sensación de realmente estar en otro lugar. Uno se pode en modo desconexión y disfruta del lugar como si se trataran de verdaderas vacaciones, y es que hay alguien más que hace todo por ti, como preparar comidas, lavar platos o hacer camas. Además, con lo que te ahorras en trayecto puedes apostar a la comodidad indiscutida de un hotel de primera. ¡Qué mejor!

La placer del sabor

20:30 horas nos esperaba nuestra mesa en Estró, el restauran de The Ritz Carlton, Santiago, y el cual tiene una nueva carta espectacular y que dificulta la deliciosa decisión final. En nuestro caso, optamos por compartir dos opciones de entrada: un tiradito de salmón con una emulsión acevichada de coco y ají verde, acompañado de chalotas encurtidas, cabritas al merquén y papaya del Valle del Elqui, recomendación del anfitrión. Y unas bombas de yuca andina rellenas de queso azul, cebolla morada y chutney de peras con mermelada de pimiento.

Para el segundo tiempo, seguí con plato insignia de la casa, el tataki de atún del Pacífico en costra de especias, dúo de quinoas andinas, cremoso de palta con leche de coco y pebre de mango. Una fiesta explosiva de sabor y texturas.

En los platos de fondo, el abanico de opciones es variado, y resaltan las preparaciones en base a pescados y carnes. Por lo que se trata literalmente de un… para gustos los colores o en este caso, un exquisito congrio del Pacífico a la plancha con un cremoso de mote, queso cabra y una delicada salsa de mantequilla con machas. O para los amantes de la carne, se recomienda probar el filete de res a la parrilla en costra de ajo y perejil, acompañado de cremoso de coliflor con parmesano, un mil hojas de papas nativa. Además, hay ensaladas, platos vegetarianos, veganos y sin gluten.

El toque final, siempre dulce. Una vez más decidimos compartir y evitar mirar el plato de al frente con culpa. Un mousse de chocolate con higos, confitura de naranja, salsa de fresas al coñac y arándanos frescos, sin gluten ni azúcar añadida.  Y el otro, un clásico: Tarta Tartin de manzana, salsa inglesa, tofi, nueces garrapiñadas y helado artesanal de vainilla. La perfección. Y las ganas de volver a comer todo de nuevo.

Y no, no nos olvidamos del buen beber, y aquí, una vez más, seguimos la sugerencia del anfitrión. Un Sibaris Black Series Cinsault de Undurraga que nos acompaño de principio a fin y combinó a la perfección con cada uno de los platos al ser un vino más liviano.

El placer del buen dormir, el despertar y el spa

No hay como una buena cama de hotel y qué mejor que hundirse entre almohadas y ese plumón. Literalmente te atrapa al punto que no quieres, y no puedes, salir de ella. La tentación de meterse en ella es urgente y el problema para salir de ahí al día siguiente es aún mayor. Sin embargo, así como pisar un hotel ya es un punto ganado, el desayuno por la mañana no tiene comparación alguna, y en este caso no fue la excepción.

Tras el desayuno, qué mejor que seguir descansando en el spa, escondido la terraza del hotel. Un santuario de relajación que ofrece una piscina temperada y cubierta, jacuzzi, fitness center, masajes y terapias corporales. Todo bajo una cúpula de vidrio que también da acceso a una terraza abierta con vista a Santiago. Otro check más para sumar al hecho de no sentirse en la ciudad, si no en un viaje y de vacaciones.

Y aquí la recomendación, siempre aplicar el late check-out para terminar las “staycations” como se debe… sin apuros.

El placer de poder volver

El término de las vacaciones suele venir acompañado de una nostalgia, del lunes siguiente y también del jet lag. Pero en el caso de una escapada de hotel, en tu misma ciudad, es que siempre podrás volver. O, por lo menos, será más fácil repetir la experiencia.

Para reservas o más información ingresa aquí. 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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