El tiempo no suele ser el mejor aliado de las personas de cierta edad, pero en Camila Parker Bowles esta creencia parece ser una excepción. Al menos, en cuanto a su popularidad se refiere. Ahora, a los 74 años, es muchísimo más aceptada que hace diecisiete años, cuando su boda de perfil bajo con el Principe Carlos en el municipio de Windsor, con el mínimo de pompa porque ambos estaban divorciados. Todo esto porque durante todo el tiempo, la actual Duquesa de Cornwalles tuvo que cargar con el sino de ser “la otra”, la responsable directa del fracaso matrimonial entre el príncipe heredero al trono y Diana, la llamada princesa del pueblo y reina de corazones.
Que la corona británica haya anunciado que Camila será reina consorte cuando su marido ascienda al trono no ha sorprendido ni ha enfadado a los súbditos británicos, un 55% de los cuales está de acuerdo con que reciba ese título, y tan sólo un 28% se opone. Camila y Carlos son vistos como una pareja mayor consolidada, que se entiende y se quiere. La villana de la historia de hace dos décadas y media es ahora una señora discreta y amena, de conversación interesante, muy trabajadora, que sabe ocupar su sitio en la siempre compleja jerarquía de los Windsor.
Porque en el fondo, en la familia real británica, todo es una cuestión de jerarquía. Arriba de todo está la reina Isabel, cuya fragilidad y vulnerabilidad son cada día más evidentes (hace unos meses estuvo ingresada en el hospital y ahora se confirmó que dio positivo en COVID-19). Mientras que el príncipe de Gales, cuya fundación caritativa está siendo investigada ahora por un supuesto trato de favor, como una figura de transición hasta que William y Kate, asuman el trono en plenitud.
Es por eso que son los duques de Cambridge quienes realizarán una gira por el Caribe para intentar reforzar la imagen de la monarquía e impedir que otros países sigan el ejemplo de Barbados y abandonar a la Reina como jefa de Estado. Y son quienes participan en los actos estelares y salen en las portadas de los periódicos.
Cuando Camila se casó con Carlos en el 2005, ocho años después de la muerte de Diana, pocos apostaron a que llegaría el día en que sería aceptada como Reina. Muy presente en la conciencia colectiva estaban las confesiones de la malograda Princesa donde en aquella entrevista por televisión declaraba que su matrimonio nunca tuvo una oportunidad “porque en él habían tres personas”.
Pero el tiempo cura las heridas y lo cambia todo, y la mayoría de los británicos ha llegado a la conclusión de que Camila ha logrado hacer de Carlos una mejor persona: más cálido, más humano, más accesible, más tranquilo, más equilibrado. Una idea que comparte la propia Reina Isabel (quien nunca ha tenido una relación especialmente cercana con su hijo, mientras que Andrés, en cambio, ha sido el favorito de la monarca).
Que la reina expresara su “sincero deseo” de que Camila sea reina consorte cuando Carlos ascienda al trono es algo que se veía venir y los comentaristas especializados en temas de la realeza lo vieron como un gesto que allanaba el terreno.
La futura reina de Inglaterra nació en julio de 1947 en una familia de clase alta bien conectada con los Windsor. De joven tuvo una relación con Carlos, pero en 1973 contrajo un matrimonio por conveniencia con Andrew Parker Bowles, con quien tiene dos hijos y cinco nietos. De vez en cuando se pasa unos días con ellos en su casa, o en la residencia que ella conserva en la campiña inglesa. Apoya a festivales literarios, a organizaciones para la protección de los animales y a instituciones por la lucha contra los abusos domésticos.