Revista Velvet | Sandra Bullock: la estrella que odia ser una estrella
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Sandra Bullock: la estrella que odia ser una estrella

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Sandra Bullock: la estrella que odia ser una estrella

POR Carlos Loyola Lobo | 19 diciembre 2021

Ni los millones de dólares recaudados por sus películas ni los múltiples premios cosechados, los que incluye incluso el Oscar a Mejor Actriz, han podido descifrar el enigma que significa para la industria del entretenimiento que uno de sus mayores referentes, Sandra Bullock, se haya sumergido durante un tiempo prolongado en un retiro que nunca comunicó oficialmente. La actriz de 57 años regresa como si jamás se hubiese ido protagonizando la nueva película de Netflix. Imperdonable es la segunda película de la actriz para la plataforma (la otra fue Bird Box, que tres años después de su estreno sigue siendo la película más vista en la historia de la compañía de streaming). Y en Imperdonable, que es la adaptación de una serie británica que también llegará a la plataforma y que no ha sido muy bien recibida por la crítica, la Bullock da vida a una mujer que trata de reinsertarse en la sociedad tras pasar veinte años encarcelada. Un rol del que se habló que podría conseguir alguna nominación a los próximos premios, pero dados los comentarios desafortunados de los expertos, se ha puesto en duda aquella posibilidad.

Es bien curioso que siendo una de las actrices mejor pagadas de la industria según la revista Forbes, en la era de la total exposición, la intérprete se permita el lujo de cultivar un perfil de tan bajo entusiasmo. Sandra Bullock no tiene cuenta en redes sociales -solo una cuenta hecha por fans sobre su personalidad supera el millón de seguidores en Instagram- tampoco se deja ver en la primera línea de las semanas de la moda, ni protagoniza anuncios publicitarios y menos canta alguna canción en su mansión y se graba para alguna causa benéfica. Nada de eso hay. Los paparazzis tampoco la persiguen, sus apariciones en las ceremonias de premios se restringen a las veces a las que ha sido nominada y solo ofrece entrevistas cuando la promoción de un filme lo exige. Ni pensemos en sonrisa fácil, ni respuestas inofensivas tampoco van con ella.

Ante la mirada sospechosa de la prensa, la actriz nacida en Washington D.C. ha manifestado su animadversión por las comedias románticas, pese a haber sido una de sus íconos durante los noventa; ni tampoco las producciones de superhéroes (rechazó ser Wonder Woman), le incomodan las películas de terror (aunque cedió para Bird Box) y opina que las redes sociales y las selfies que “proyectan algo que no es real”, e incluso reconoció su “profundo odio” por el género musical. Por si fuera poco se atrevió a denunciar el sexismo en la industria  del cine varios años antes de que movimientos como #MeToo gozaran de popularidad en la opinión pública, llegando incluso a plantearse renunciar a su carrera.

A lo largo de este siglo, Bullock ha logrado conservar ese halo de misterio que separaba históricamente a las grandes divas de Hollywood a quienes se sentaban en las butacas para rendirles pleitesía. Quizá por eso sus películas siguen funcionando tan bien en la gran pantalla: porque es la única forma de reencontrarnos y saber más de la elusiva Sandra Bullock sea pagando una entrada de cine. O en este caso, pagando la mensualidad de Netflix.

Pero la industria de Hollywood no siempre ha reconocido los méritos de su estrella más eficiente y discreta. Hasta su mayor momento de gloria, cuando ganó el Oscar a la mejor actriz en 2010, es recordado como uno de los premios más injustos otorgados en la historia de la categoría. The Blind Side, es un melodrama autobiográfico digno para una siesta dominical. Acá la Bullock da vida a una madre de clase alta que acoge a un joven negro sin hogar y le ayuda a convertirse en una estrella del fútbol americano. En un alarde de honestidad, la actriz llegó a declarar “que no se sentía digna” de la estatuilla ganada. “Así que pensé, voy a pasarme el resto de mi vida haciéndome merecedora de ella”, confesó durante la promoción de su mayor éxito de crítica y público hasta la fecha, Gravity.

Sin embargo, luego del estreno del drama de ciencia-ficción dirigido por Alfonso Cuarón y que co-protagonizó junto a George Clooney, la intérprete solo ha participado en tres películas y su último lanzamiento grande en la gran pantalla fue Ocean’s Eight de 2018. El motivo principal de su ausencia han sido sus dos hijos adoptivos, Louis y Laila, de once y nueve años respectivamente. “Ahora soy madre primero y luego actriz”, reconoce la estadounidense, que mantiene una relación con el fotógrafo Bryan Randall tras divorciarse en 2010 de Jesse James.

Pero luego de los años dedicada a la maternidad a tiempo completo, el 2022 promete volver a situar a Bullock en el escalón más alto de Hollywood. En The Lost City, cuyo estreno se espera para marzo, y donde acompañada de Channing Tatum y Daniel Radcliffe, da vida a una solitaria escritora de novelas románticas perdida en medio de la jungla. Unas semanas después llegará a los cines la esperadísima Bullet Train, que coprotagoniza junto a Brad Pitt y que narra el encuentro de cinco asesinos con intereses cruzados dentro de un tren bala japonés.

El crítico de cine Scott Mendelson, opina que el riesgo de Bullock para liderar proyectos con ambición taquillera y pensadas para su exhibición en salas tradicionales cuando todo está pasando en el streaming es toda una apuesta: “si las dos películas funcionan podría ser la esperanza que necesitamos para que el cine tal y como lo conocíamos sobreviva”, dice el especialista. Y lo cierto es que hay pocas actrices más apropiadas que ella para confiarle un desafío de tal magnitud.

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