Revista Velvet | La desconocida historia del actor que aprendió a ser feliz a los 75 años
Cultura Pop

La desconocida historia del actor que aprendió a ser feliz a los 75 años

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La desconocida historia del actor que aprendió a ser feliz a los 75 años

POR Sole Hott | 26 abril 2021

Nombrar una sola película de Anthony Hopkins puede ser una tarea difícil. Es uno de los mejores actores de Hollywood y desde ayer se ha convertido en el actor con más edad en recibir el Oscar a Mejor Actor por la película El Padre.

Hace algunos meses el británico subió a sus redes sociales un video en el que celebraba sus 45 años sin tomar alcohol. Una revelación que sorprendió a muchos, aún cuando él mismo ha desvelado en varias ocasiones su lucha contra el alcoholismo, la depresión y los ataque de ira. Y es que la vida de Anthony Hopkins no ha sido fácil en cuanto a sus luchas personales, y en el camino afectó a su círculo más cercano, llegando al punto de abandonar a su hija recién nacida.

 

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El odio fue parte de la vida de Hopkins por décadas, y recién a los 75 años pudo decir que había encontrado la paz. Pero, ¿qué pasó antes? ¿Por qué ese odio a todo y cómo lo superó?

“Recuerdo el primer día de clase con aquel olor a leche podrida, pajitas y abrigos húmedos. Me senté ahí, completamente petrificado, y ese sentimiento se quedó conmigo durante toda mi infancia y adolescencia“, reveló alguna vez a la revista Playboy sobre el lugar donde creció, Port Talbot.

Su infancia no fue fácil, y según él, todos le decían que era demasiado tonto, no tuvo amigos y pasaba el tiempo dibujando o tocando piano. Es más, llegó incluso a no asistir a sus fiestas de cumpleaños. “Me sentía el más tonto de la clase, quizá tenía problemas de aprendizaje, pero era incapaz de entender nada. Mi infancia fue inútil y enteramente confusa. Todo el mundo me ridiculizaba”, confesó al The New York Times. No solo se lo decían, él sentía que no servía para ningún trabajo.

El actor Richard Burton también era de Port Talbot, Hopkins lo conoció a los 15 años y él le dijo algo que jamás olvidaría. “Me contó que se hizo actor porque no valía para ningún trabajo. Luego se subió a su Jaguar y se fue. No se veían muchos autos así en la posguerra. En aquel momento comprendí que necesitaba salir de allí. Dejar de ser quien era. Ser rico y famoso. Y empecé a soñar con vivir en Estados Unidos”, comentó Hopkins al mismo medio.

Pero ser actor, y famoso, tampoco era el camino fácil que imaginó. Sin embargo, ya tenía un objetivo. Y si bien comenzó con el pie derecho en el teatro, para él, las tablas no encajaban con su personalidad ni muchos menos con su carácter. Lo encontraba muy académico y él se consideraba un pésimo estudiante. En medio de la temporada de la reconocida Mecbeth, renunció para rodar una película.

Una vida llena de éxitos y fracasos, como su primer matrimonio. En 1968 abandonó a su esposa, con quien tenía una hija de cuatro meses. Hopkins sentía que era demasiado egoísta para conformar una familia. “Vengo de una generación en la que los hombres eran hombres. Y la parte negativa de ello es que no se nos da bien recibir amor o darlo. No lo entendemos”, confesó a The Guardian hace un par de años. Y si bien más tarde lo intentó, nunca tuvo una relación con su hija, perdiendo el contacto por completo.

Rápidamente se hizo fama de un actor temperamental, que sufría ataques de ira en las grabaciones, llegando incluso a los golpes con los directores o simplemente desaparecer sin excusa alguna. Y para controlar aquello, la bebida no ayudaba. El 29 de diciembre de 1975, Anthony Hopkins despertó en un motel sin recordar cómo había llegado ahí. Desde entonces no ha vuelto a beber alcohol. “Admití que tenía miedo, lo cual me dio una libertad maravillosa. Me sentía inseguro, paranoico, aterrorizado. Temía no valer para nada, que no encajaba en ningún sitio”, desveló al The New Yorker hace algunas semanas.

Para su sorpresa, dejar el alcohol no se llevó esos temores, y pasaba semanas sin hablar con nadie. En 1981, con dos Emmy en su mano, su padre falleció. Y horas antes de despedirlo para siempre, por primera vez en su vida, Anthony le dijo a alguien que lo amaba. “Al recoger sus pertenencias encontré un mapa de Estados Unidos. Siempre quiso ir allí. Se murió sin hacerlo”, confesó el actor. Pero aún así, la actuación no fue suficiente. “Cuando pienso en cómo mis padres se esclavizaron toda su vida en una panadería para ganar una miseria… yo lo he tenido demasiado fácil. Me avergüenzo de ser actor. Debería estar haciendo otra cosa. Actuar es un arte de tercera. Nos pagan demasiado y nos hacen demasiado caso. Me gusta la atención y el dinero, pero me siento como un estafador“, lamentó al The Guardian.

Su carrera ya había comenzado, pero Estados Unidos no fue el lugar que esperaba. Y en medio de la frustración por no lograr el éxito de un Gene Hackman, y pensando en volver a Londres, la vida lo sorprendió. Hackman rechazó el papel de Hannibal Lecter y él era la segunda opción.

El silencio de los inocentes fue el salto que necesitaba Anthony Hopkins para volver a creer en su carrera y la confirmación de un talento único. Pero más allá del Oscar que llegaría por su destacada actuación, él quería superar sus demonios personales. “Quería curar mi herida interna, quería venganza. Quería bailar sobre las tumbas de todos los que me hicieron infeliz. Quería ser rico y famoso. Y lo he conseguido“, diría después a Vanity Fair.

Los años 90 trajeron consigo ser catalogado uno de los actores más prestigiosos del mundo, a tal punto que según él, el público confundió a los personajes con su verdadero carácter. Él no era la persona que todos creían. A Hopkins la parte que más le gustaba de su éxito era precisamente que podía hacer, decir y comprar lo que quería. Pero sin la necesidad de pedirlo o gritarlo. Y en más de alguna ocasión, cuando le preguntaban qué le había atraído del proyecto, respondía sin escrúpulos: “el dinero”. Anthony Hopkins guarda en su filmografía grandes clásicos del cine, pero también aquellas de tipo más comercial, como Thor o Transformers, y en ellas el actor escribía en el guión “NRA” (No Acting Required, lo que es, no requiere interpretación).

Fue durante el rodaje de Transformers que Hopkins se inició en el mundo de Twitter y las redes sociales. Todo por un consejo de Mark Wahlberg. Hoy sube videos, mensajes y fotos e incluso lo hemos visto incursionando en TikTok con bailes de Elvis Crespo junto a su mujer, la colombiana Stella Arroyave, quien además lo motiva a compartir sus pensamientos y arte en las redes sociales.

 

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Hopkins confiesa que a partir de los 70 su vida cambió. Y una de las cosas que lo alivió durante su madurez fue haber sido diagnosticado de Asperger, en un nivel leve. Y esta condición que afecta a las interacciones sociales, fue la respuesta para muchas de sus preguntas, como cuando buscaba apartarse del mundo. Para él cumplir los 75 marcó un antes y un después en su vida, y confiesa que incluso ha hecho amigos. 

 

 

 

 

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