Con un enfoque integral y orientado a la salud más que a la estética, esta kinesióloga patentó un método que lleva su nombre y trata la flacidez de manera ciento por ciento personalizada, con un protocolo que varía de paciente en paciente. Por eso se ha convertido en el secreto mejor guardado de modelos, influencers y pacientes operadas de cirugías bariátricas. “Me interesa abrazar a la mujer y ayudarla a recuperar su autoestima más que lograr un resultado corporal”, dice.
Paloma Sahide studió kinesiología y luego de titularse (2008) dejó Chile para recorrer el mundo y abrir su mente. Australia, Japón, Siria, Egipto, Tailandia, Vietnam, Singapur. “Necesitaba tener una visión del mundo que, si me quedaba en Chile, no tendría jamás”, dice.
Así cumplió su sueño de aprender sobre distintas culturas. Se inscribió como voluntaria de la Cruz Roja en Calcuta y con todas esas experiencias y vivencias, después de tres años recorriendo el planeta, volvió a Chile.
Empezó a trabajar en un centro estético que tenía excelente reputación, y atendía a mucha gente famosa. Después pasó por otro, también con muchísimo renombre, pero había algo que a Paloma no le terminaba de cerrar: “No entendía cómo teniendo las mejores máquinas avaladas por la FDA, y todos los recursos y la tecnología, los resultados en las pacientes no se veían, o al menos no como yo esperaba. Eso me causaba mucha curiosidad. El costo-beneficio no me cuadraba, así que dije ‘este es mi nicho. Yo tengo celulitis desde que nací, me he hecho los mejores tratamientos, y nada funciona’. Así que empecé a viajar, especialmente a Argentina, para capacitarme con el colegio de fisioterapia. Me recorrí Buenos Aires, Mendoza, Rosario, Córdoba. Y así terminé de abrir la cabeza. Ahí tratan al paciente estético de manera integral, algo que acá no sucede. En Chile hacen el mismo tratamiento a una persona que hace ejercicio y está full tonificada que a una persona que llega sin ninguna tonicidad muscular, o después de un embarazo, o de una cirugía con guatita de delantal”.
Allá encontró la respuesta: los protocolos son ciento por ciento personalizados: “Transformar el cuerpo toma tiempo, tú no puedes prometer que en un par de sesiones vas a reponer un sistema que por años ha estado deteriorado, ni trabajar en serie como si todos fuésemos iguales”.
Con un postgrado en kinefisiatría estética (realizado en Argentina) aprendió lo que le faltaba. “La gente se obsesiona con las máquinas, pero lo importante es el operador, qué conocimientos tiene quien ocupa la máquina. Por ejemplo, la radiofrecuencia tiene montones de técnicas específicas para generar nuevo colágeno. Si no se sigue esa técnica, por más que tengas la mejor máquina, no sirve de nada”.
Los postgrados, congresos mundiales de estética y cursos la transformaron en la experta chilena más buscada para tratar celulitis y flacidez. El método Sanae de Paloma Sahid está basado en una triada dermatofuncional: radiofrecuencia para crear nuevo colágeno; carboxiterapia para oxigenar tejidos; y la faja para anular la gravedad. “No hay flacidez que mejore si no anulas el efecto de la gravedad. Esto lo aprendí en Colombia, donde también me capacité, y es uno de los pilares de mi tratamiento. Con los años se nos va cayendo la piel, de la cara, los senos, la guata, y la faja ataca específicamente eso”, explica.
Para que el tratamiento funcione –dice Paloma–, la clave está en el diagnóstico, y la principal falla que había era que los tratamientos se vendían en serie, el mismo protocolo para todos los pacientes. “Si a mí me llega alguien una guata muy flácida que no tiene musculatura, yo le sugiero batidos de proteína, trabajar musculatura, y recién después iniciamos el tratamiento. No vendo falsas promesas y eso está en mi ética como profesional. Si no estoy segura de que puedo aportar a una mejora sustancial en el paciente, lo derivo”, concluye.