El miedo es como el coronavirus: altamente contagioso; nadie está inmune. Un escenario que se alimenta de las declaraciones de algunos de nuestros representantes políticos que, lejos de contribuir a la paz social, están lejos de calmar los ánimos.
Un fantasma recorre el país y de tanto hablarlo ha comenzado a instalarse como una certeza, una realidad que empaña nuestras esperanza y hace tambalear aún más nuestro exiguo estado de ánimo: la supuesta ola de violencia que podría surgir en marzo y que —he ahí el temor— podría ser tan destructiva como la que vimos el 18 de octubre. Peor aún: podría poner en serio riesgo el plebiscito del 26 de abril.
El temor se refuerza cada vez que en los medios y las redes sociales nos encontramos con brutales imágenes de represión, abuso policial, heridos, muerte, cuarteles de carabineros atacados, policías heridos, etc. Como pasó esta semana tras el atropello de Jorge Mora, hincha de Colo-Colo, con resultado de muerte, y que desató una noche de enfrentamientos en varios puntos de la capital, con saqueos y violencia.
“Esto responde a una campaña provocación de la derecha para sacar a los militares a la calle?”, fue la conversación que surgió con un grupo de amigas. Y la discusión continuó: “Acá hay una estrategia para socavar el proceso constituyente y que gane la opción del Rechazo?”. Otra, aún más preocupada, inquirió: ¿Qué pasa si gana el No? ¿Repetiremos lo del 18 de octubre? Hasta que finalmente una compañera agregó: “Se está instrumentalizando la violencia con fines políticos de uno y otro bando, para desestabilizar la democracia”.
Un escenario que se alimenta de las declaraciones de algunos de nuestros representantes que, lejos de contribuir a la paz social, no contribuyen en nada a calmar los ánimos.
“Hay una estrategia de parte de la izquierda de amedrentar, de amenazar, como que prácticamente el mes de marzo va a ser negro y de violencia”, dijo el senador Iván Moreira, tras una reunión en Cerro Castillo con el presidente Piñera esta semana.
“Partir de una “hoja en blanco” sometería al país “por largo tiempo a una inestabilidad y confrontación que no queremos”, fue el argumento utilizado por ocho senadores de RN para justificar la opción por el Rechazo. Lo que a su vez fue contraatacado por el senador PPD Jaime Quintana (y quien preside hoy la institución) al decir que si gana el Rechazo, “si bien es una opción democrática, estaríamos reviviendo los peores momentos de la crisis, donde se veía todo oscuro y el riesgo de una fractura institucional”.
Por su parte el diputado Hugo Gutiérrez no sólo subió el dibujo hecho por un niño donde él figuraba disparando al presidente, sino que ha celebrado ataques a carabineros en sus rrss, con lo que arriesga ser destituido del cargo.
Y así suma y sigue… ¿dónde quedó la sensatez?
¿Terminarán los presagios y la irresponsabilidad política transformando la preocupación en una profecía autocumplida? ¿Que debido al temor, al pésimo desempeño demostrado por carabineros, la poca colaboración de la clase política; el desprestigio de las instituciones que mostró la última CEP, finalmente caigamos en el peor juego de todos? Uno en que los únicos ganadores serán los delincuentes que a la menor oportunidad arrasan con los saqueos. Y sobre todo los carteles de narcos, hoy fortalecidos por la distracción policial y el socavamiento del Estado.
Hagamos el ejercicio y pongámonos una vacuna imaginaria que nos inmunice contra el miedo, las teorías conspirativas, la estupidez de algunos líderes políticos, la manipulación ideológica. Y que fortalezca nuestras exiguas reservas de esperanza, confianza cívica, sensatez y fe en la democracia. No hay nada peor que el miedo.