Las dietas que duraban un par de semana han sido reemplazadas por patrones y estilos de alimentación que se mantienen en el tiempo. La información abunda, pero ¿son todos universalmente recomendables?
KETO
Si bien fue descubierta en 1921, se ha utilizado por años con otros nombres, como la dieta Atkins, por ejemplo. Es rica en proteínas y grasas, pero restringe glúcidos y azúcares para, de esta forma, generar un estado de cetosis, es decir que ante la falta de carbohidratos, se utilicen las grasas corporales como fuente de energía.
“No es un plan que se pueden recomendar de forma universal. Ha mostrado beneficios terapéuticos en pacientes con epilepsia refractaria, pero no es aconsejable para personas con diabetes, hígado graso o aquellos con problemas de colesterol o triglicéridos altos”, explica Soledad Reyes, Directora de Pregrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
En personas que siguen este régimen alimenticio, los resultados han sido variables. “Hay estudios a favor y en contra, la adherencia es baja debido a las restricciones, y por lo mismo no fomenta el cambio de hábitos definitivo que la baja de peso requiere. Hay mucha recaída y rebote de peso”, concluye la nutricionista.
MEDITERRÁNEA
Muy estudiada desde los años 60, y con la evidencia suficiente, se ha convertido en un patrón alimenticio, sin embargo, no es un plan para bajar de peso y así lo aseguran los expertos. “No fue diseñada para adelgazar, pero por sus características sí ayuda a conseguir un perfil metabólico más saludable en personas con obesidad y sobrepeso”, explica la nutricionista Soledad Reyes.
Se define como baja en grasas saturadas, proteína animal y carbohidratos, pero rica en antioxidantes y fibra.
¿Cómo se traduce esto sobre la mesa? Aceite de oliva como principal fuente de grasas, mucho pescado, frutas y verduras, cereales integrales, semillas y frutos secos a diario, legumbres, lácteos moderados, huevo y carnes rojas limitadas, y una copa de vino en las comidas. Este método da un gran sí a los alimentos frescos y tacha los procesados en la mayor medida posible. Esto último, la clave de su éxito.
VEGANA
La palabra se le acuña a Donald Watson, quien en 1944 fundó la primera sociedad vegana. Sin embargo, el rechazo al consumo de productos y servicios que tuvieran origen animal data de mucho antes.
Si bien sus detractores critican la supuesta falta de proteína en esta dieta, sus seguidores la destacan como una de las formas de reducir nuestra huella de carbono.
Hay mucha información en Internet, pero cada cuerpo tiene requerimientos diferentes, por eso los expertos sugieren acudir a un profesional. Se recomienda realizar deportes tres veces a la semana, comer legumbres (o alguna proteína a diario) y consumir algún suplemento de vitamina B12, D y calcio. Y, según la Academia de Nutrición y Dietética Americana, este estilo de alimentación: “es adecuado en todas las etapas de la vida, incluyendo embarazo, lactancia, infancia, adolescencia, vida adulta y vejez, así como para los atletas”.