Comer algunas alimentos en exceso puede tener consecuencias graves para nuestro metabolismo. Así que, además de ir al gimnasio, salir a caminar o a correr, debemos poner ojo en el menú, ya que es posible que lo que comes ralentice tu metabolismo.
Este último, un proceso esencial compuesto por múltiples procesos físicos y químicos que convierten o emplean energía. Tal como la digestión, a partir de los cuales se obtiene la energía, medida en calorías, que consumen las células para realizar estos procesos.
El problema aparece cuando ingerimos una cantidad de alimentos que sobrepasa las necesidades energéticas del cuerpo. Demasiadas calorías que terminan transformadas en grasas y que podrán utilizarse para generar energía en el futuro. Pero aquí también influye la velocidad del metabolismo. Si es rápido, mayor será la capacidad de quemar calorías. Pero si es lento, esa incineración es menor y se acumulan las grasas. De ahí que exista una serie de alimentos y bebidas de las que es mejor alejarse porque provocan que el metabolismo funciones con lentitud.
Los cereales integrales constan de tres partes: salvado y germen, ricos en nutrientes; y endospermo. Por su parte, en los cereales refinados se ha eliminado el germen y el salvado, dejado solo el endospermo almidonado, sabroso pero menos nutritivo. Y eliminados los beneficiosos germen y salvado, estos cereales refinados, como la harina blanca, arroz blanco y pan blanco, pueden provocar inflamación, afectando negativamente a las hormonas metabólicas.
Es azúcar líquido, por lo que tienen un efecto perjudicial para el organismo. Pueden provocar mayores niveles de azúcar en sangre, lo que puede llevar al desarrollo de diabetes y otras enfermedades metabólicas, además de una mayor acumulación de grasas.
Tal y como ocurre con las frutas, los jugos naturales, son más que bienvenidos. Pero no los artificiales o embotellados, ya que contienen una gran cantidad de azúcares añadidos, que aumentan la inflamación y frenan tu metabolismo.
En la mayoría de las bebidas alcohólicas no hay ninguno de los micronutrientes que el organismo necesita para funcionar. Además, es tóxico para el cerebro, hígado y microbiota intestinal, por lo que afecta directamente en el metabolismo.
Son ricas en grasas saturadas y hierro hemínico, asociados con la inflamación. Trata de limitar su consumo a tres veces a la semana como máximo y puedes sustituirlas por carnes blancas o pescado.
A las grasas saturadas y hierro hemínico se suman cantidades ingentes de azúcar y sodio, así como aditivos que dañan la microbiota intestinal. Además de otras sustancias y compuestos químicos que disparan la inflamación.
Una vez más, el objetivo es evitar los alimentos con azúcares añadidos. Es cierto que a veces necesitamos endulzar la vida, pero puedes optar por los alimentos ricos en nutrientes, que harán que te sientas saciado y no necesites recurrir al atracón de azúcar.
El problema aquí no es el azúcar, sino la sal. Su consumo abusivo provoca un aumento de la presión sanguínea, es decir, el desarrollo de hipertensión arterial. Pero, al igual que ocurre con el azúcar, puedes tener antojos de sal, lo que podría ser una señal de estrés, deshidratación o, incluso, de padecer un trastorno de sueño. Así que, antes de lanzarte a por la bolsa de papas fritas, trata de solucionar el problema.