Son treinta años los que separan a estas dos películas que relatan el mismo accidente, pero contado de otra forma. Y aquí destacamos 5 diferencias entre La sociedad de la nieve y ¡Viven!
J.A. Bayona ha conquistado a los espectadores nuevamente con su reciente película La sociedad de la nieve. Film que narra la tragedia de un equipo de rugby uruguayo que sufrió un accidente en la cordillera de los Andes en 1972, y que se ha convertido en la película más vista de Netflix.
La película es una adaptación del libro homónimo de Pablo Vierci, un compañero de colegio de los supervivientes. Y de los que recopiló la historia a través de anécdotas y recuerdos. Por su parte, los supervivientes dicen que lo sucedido es aún peor de lo que vemos en pantalla.
Sin embargo, la cinta de J.A. Bayona no es la primera sobre la tragedia. En 1993, Frank Marshall (productor de El curioso caso de Benjamin Button) dirigió ¡Viven!, con Ethan Hawke. Un largometraje que cautivó y reveló al público lo vivido en Los Andes. Y que también está inspirado en un libro. En este caso, ¡Viven!: el triunfo del espíritu humano, del novelista británico Piers Paul Read.
Pero la película de Marshall tampoco fue la primera. En 1976, el director mejicano René Cardona, filmó Supervivientes de los Andes, inspirada en el libro homónimo de Clay Blair Jr.
Las tres películas están inspiradas en libros, pero más allá de esta coincidencia, lo cierto es que hay algunas diferencias importantes en cómo han afrontado el relato de los hechos reales. Sobre todo en las últimas dos películas.
Quizás uno de los toques más especiales de Bayona, sea el hecho de que el narrador es Numa Turcatti, el último muerto antes del rescate de los 16 supervivientes y su rol es clave. En ¡Viven!, en cambio, la historia es cantada por ‘viejo Carlitos Páez’, uno de los supervivientes, y cuyo texto fue escrito por el propio Páez. Entonces, Numa habla desde el punto de vista de los muertos, mientras que Carlitos lo hace desde los vivos.
La sociedad de la nieve rodó algunas escenas en el lugar donde se estrelló el avión en 1972, mientras que ¡Viven! se filmó principalmente en Canadá. Bayona filmó literalmente en el Valle de las Lágrimas, como se le llamó tras el accidente.
La parte más oscura de la historia es el canibalismo de los cadáveres. Al haber 30 años entre ambas películas, es normal que la de Bayona sea más gráfica, porque han cambiado las convenciones. Por ellos, La sociedad de la nieve es más realista. Y no solo en el tema del canibalismo, sino también en el tema del peso y las heridas.
Si bien fue algo que no llamó la atención en ¡Viven!, se trata de una historia en los Andes con un equipo uruguayo. Por lo que la decisión de Bayona, le da un plus al relato al apostar por un elenco en su mayoría argentino y uruguayo, rodada en español.
En la película de Marshall no aparecen varios de los supervivientes, mientras que en la de Bayona salen todos, solo se cambiaron los del piloto y copiloto. En ¡Viven! no se usan los nombres de los desaparecidos. Y es precisamente la aparición de Sergio Catalán, el hombre que descubre a Roberto y Nando junto al río, el que ha llamado más la atención. Esto, a pesar de que Bayona cambió la historia real. Catalán les tiró pan y cabalgó durante horas hasta el pueblo más cercano para poder rescatar a los otros 14 supervivientes.
Si te preguntas que pasó con el lugar de los hechos, en el reposan trece cuerpos intactos y restos, de otras quince personas. Se construyó un altar de piedra junto a la tumba y una cruz de hierro. Esta, llevaba la inscripción ‘El mundo a sus hermanos uruguayos’, y en el otro lado decía ‘Cerca, oh Dios, de ti’.
Con el paso del tiempo, el lugar se convirtió en un punto de peregrinación para los familiares de los pasajeros y también para los sobrevivientes. Así, el padre del Nando Parrado, cuya mujer y cuya hija murieron en el accidente, visitó el lugar 17 veces.
En 2006, familias de los pasajeros del FH-227 instalaron cerca de la cruz un obelisco negro en memoria de los que fallecieron y de los que se salvaron.
El Valle de las Lágrimas, ubicado en una propiedad privada que forma parte del Valle de Las Leñas, es accesible a través de empresas registradas en el Ente Mendoza Turismo (Emetur). Se aconseja contratar servicios especializados para ser guiado por expertos y recibir apoyo directo en caso de emergencias.