Es común escuchar que muchos sufren de hinchazón o malestar estomacal más seguido que nunca. Y la solución, como suele ocurrir en estos casos, es precisamente mejorar la digestión. Para ello, la clave está en los hábitos alimenticios.
Y es que según los especialistas, solo bastan pequeñas modificaciones en la rutina diaria para aliviar significativamente esos molestos síntomas que a largo plazo incluso se pueden convertir en problemas crónicos.
La digestión es un proceso fisiológico esencial en el cual se descomponen los alimentos en moléculas más pequeñas, las que el cuerpo puede absorber y utilizar como energía, nutrientes y materiales de construcción celular. Todo necesario para el funcionamiento. Sin embargo, ciertas malas costumbres, como comer demasiado rápido o no tomar suficiente agua, pueden afectar negativamente este mecanismo, generando malestares frecuentes.
Masticar moderado, lento y atento
El proceso digestivo comienza apenas introduces el alimento a tu boca, por lo que se debe poner atención desde aquel momento. Aunque no lo parezca, masticar es esencial en este proceso y para empezar, los bocados deben ser de tamaño mediano. Luego, al triturar los alimentos, el ritmo debe ser moderado para que la acción de las enzimas digestivas sea más fácil. De esta forma también, hay una absorción más eficiente de los nutrientes y se evitarán molestias, como gases o inflamación abdominal. Además, si dedicas tu atención al masticar, tu cerebro será más preciso al detectar la saciedad.
Tal como el funcionamiento de nuestro cuerpo humano, el sistema digestivo también es cíclico. De ahí la importancia de tener horarios regulares a la hora de comer, incluyendo los snacks. Esto es clave para la salud digestiva. Esto, porque así no se interrumpe la producción de jugos gástricos y evitas comer de más o menos, o en momentos que puedan generarte problemas, como antes de dormir o hacer deporte.
Si hay algo en lo que todos los expertos coinciden es en la versatilidad de la dieta alimenticia. Todos los grupos de alimentos son importantes, ya que cumplen funciones diferentes. Si bien algunos se adaptan más a tus gustos o son más fáciles de preparar, es ideal sumar de todo.
Disolver nutrientes, facilitar el movimiento del intestino y prevenir el estreñimiento son solo algunos de los efectos del agua en el cuerpo. No por nada los adultos deberían tomar entre 1.5 a 2 litros de agua diariamente, sobre todo, al despertar y entre comidas, no así antes de dormir o mientras comes.
Como todo en la vida, el estado emocional también influye en la digestión, y viceversa. Comer rápido bajo demasiada presión puede generar una respuesta fisiológica adversa. Esto, porque se activa el sistema nervioso simpático priorizando funciones de alerta, lo que, a su vez, neutraliza el sistema digestivo. Entonces, es necesario que procures un ambiente de serenidad cuando comas y enfocar toda tu atención en los alimentos.
Estos hábitos parecen “lo obvio”, sin embargo, suelen olvidarse. Y tal como aseguran los expertos, la diferencia al aplicarlos es sustancial.