Cada cuatro años el calendario se revoluciona y no precisamente por un Mundial de Fútbol, sino por el año bisiesto… y la serie de curiosidades, tradiciones y supersticiones que trae. Y es que no todos los años tenemos un 29 de febrero.

Quienes nacen en este especial día, unos cinco millones de personas, conocidos como “leaplings” o “leapers”, tienen que decidir cuándo celebran su cumpleaños. Y cuando hay año bisiesto la celebración es aún más especial.

Pero más allá de quienes nacieron en un día que no se repite hasta en cuatro años, hay ciertas tradiciones y supersticiones que acompañan este día.

En Irlanda, por ejemplo, el 29 de febrero se conoce como el “Día del Soltero” o “Privilegio de la Dama”. El cual guarda una curiosa tradición y según la leyenda de Santa Brígida y San Patricio, es un día en que las mujeres pueden proponer matrimonio.

Cuenta la historia, que Santa Brígida, una monja del siglo V, llegó a un acuerdo con San Patricio, el santo patrono de Irlanda. Este, permitía a las mujeres proponerle matrimonio a los hombres en esa fecha tan especial.

Sin embargo, la tradición fue incluso reforzada por una ley escocesa adoptada en 1288, cuando era ilegal que las mujeres propusieran matrimonio a los hombres. Entonces, se hizo una excepción para permitirlo durante el 29 de febrero. La ley incluso establecía que si el hombre en cuestión rechazaba a a mujer, debía pagar una multa. 

En la década de 1900, los roles a la hora de pedir la mano ya se habían invertido en otras partes del mundo. Y en 2010 se estrenó la película Año bisiesto, la cual está inspirada en la tradición irlandesa. En el film, una agente inmobiliaria, interpretada por Amy Adams, viaja a Dublín en el Día del Soltero irlandés para pedirle matrimonio a su novio Jeremy (Adam Scott), y pedirle que se case con ella. Sin embargo, al llegar allá conocerá a un irlandés que pondrá su mundo patas arriba.

La idea de que las mujeres propongan matrimonio el último día de un febrero bisiesto fue adoptada en otros países.

En Dinamarca, por ejemplo, la costumbre exige que, un hombre que diga que no a dicha propuesta, debe regalar 24 guantes a la mujer rechazada. Lo que serviría para ocultar la vergüenza de no tener un anillo en su mano.