–¿Y en el manejo de la pandemia?
–Desde el punto de vista sanitario, te diría que bien, hay que ser justos; no es fácil enfrentar esa situación.
–¿Por qué presidir la UDI? ¿Qué lo motiva?
–Cuando tomé la decisión de decir que estaba por el Apruebo, con todo lo que significaba liderar una postura que iba contra mi mundo, sabía que iba a ser duro. He estado alejado siete años, no he tenido mucho contacto. Pero es un año demasiado decisivo, necesitaba de alguna forma estar en un lugar y lo lógico era volver a conducir por un año y medio. Terminando la convención me vuelvo, y la presencia en el partido también. Vuelvo por determinado tiempo. Que quede clara mi posición.
–De todas formas, su retorno no debe haber caído bien en la UDI.
–A los partidarios del Rechazo, claramente no. Varios me mandaron allá mismo. Decían que ellos estaban defendiendo sus principios. No sé qué principios serán esos. “Es que Venezuela…”, me decían también; en fin, una diversidad de argumentaciones de las cuales no me entró ni una. Ok, lo respeto. Me interesa la derecha que se tomó la plaza y no el resto que defendió la Constitución de los ricos.
–Aunque hay una razón ideológica de fondo: se trata de la Constitución de Jaime Guzmán, fundador del gremialismo.
–Sí, decían eso. Ok, pero la Constitución del 80 ya cumplió su etapa. Está entre las tres que más han durado en Chile, durante el período más exitoso de nuestra historia. Ahora tenemos que consensuar.
–¿Qué cree que habría dicho Jaime Guzmán de estar vivo?
–No tengo dudas de que… (duda). No sabría decirlo. Pero si hay alguien que yo conocí que no tenía miedo de discutir las ideas era él. Jaime estaría feliz postulando a la Convención.
–¿Cree que usted resulte elegido, a pesar del rechazo que genera como un político de la vieja guardia, marcado con SQM, además?
–No lo sé. Siento el deber de ir. Si pierdo, me voy a la Araucanía. En todo caso, creo que la gente confía mucho más en los políticos de lo que dicen.
–Se interpretó su regreso como una forma de arremeter contra el caso SQM, porque coincidió con la preparación del juicio por cohecho.
–No tiene nada que ver, así que no me lo vincules. Soy inocente. No he visto situación peor que ésta; llevo siete años esperando que me hagan el juicio y no he aceptado un acuerdo porque soy inocente. No tengo ningún problema en caminar por la calle o ser candidato, porque soy inocente. De lo contrario, no podría mirarme al espejo. Mientras no comprueben que soy culpable, soy inocente. Pero en este país estoy condenado.
Agrega:
–De haber pensado en mí, lo más cómodo habría sido seguir en la Araucanía y haber venido solo al juicio oral. Me arriesgo mucho más así.
CON FECHA DE VENCIMIENTO
La mirada de Longueira se vuelve apacible cuando habla de su futuro en la Patagonia. Una relación que partió luego de una serie de expediciones familiares. “Soy fanático de la Patagonia, voy año por medio. Hemos hecho expediciones con todos los hijos y quiero contribuir a crear conciencia. Así es que voy a instalarme al otro lado del Lago O’Higgins, en Campo de Hielo Sur, en la segunda reserva de agua dulce de la humanidad, donde casi no hay presencia chilena, lo que es una enorme irresponsabilidad. Me voy a hacer una casa. Con mi señora estamos plantando diez mil araucarias, creándolas a partir de semillas, y vamos a reforestar. El que quiera ir a verme, pagará la estadía trabajando y reforestando. Será un turismo de soberanía. Si pierdo la Convención me voy para allá”, advierte.
–¿Y se retiraría definitivamente?
–Sí, más que definitivamente. Si este retorno es un paréntesis nomás. Como el yogur, que es con fecha de fabricación y de vencimiento. Mi sueño es radicarme en la Patagonia para siempre.