Revista Velvet | El romántico espíritu de la Ruta 66
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El romántico espíritu de la Ruta 66

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El romántico espíritu de la Ruta 66

POR equipo velvet | 25 octubre 2020

Por Daniela Urrizola

Recorrer la emblemática Ruta 66 puede tomar de entre doce a veinte días, dependiendo de lo que se quiera conocer. Son exactamente 3.939 kilómetros desde Chicago –en la calle Adams Street (justo frente al Instituto de Arte de Chicago)– hasta Santa Mónica, en Los Angeles, pasando por los estados de Illinois, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California.

Valga la aclaración que ya no es posible recorrer el trazado original de forma ininterrumpida, pero sí se mantienen algunos extensos tramos muy bien conservados y con la esencia de los años dorados. Y básicamente esa es la esencia de “The Mother Road”.

La Ruta 66 fue una de las primeras carreteras de la Red Federal de Estados Unidos en el siglo XX. La idea era acercar el este y el oeste, y lo logró en 1938, cuando se convirtió en la primera autovía asfaltada de Estados Unidos. Su principal auge se vivió en dos períodos. Primero en 1929, para la Gran Depresión, donde miles de personas dejaron el centro del país para trasladarse hacia la costa de California en busca de mejores oportunidades. De esa forma se fue creando la necesidad de abastecimiento y alojamiento en gran parte de la carretera, lo que fue creciendo después del período posguerra, en 1946, cuando la gente volvió a viajar por placer. De esa época data la popular frase norteamericana “Diviértete en la Ruta 66”.

Esa fue la época gloriosa de la Ruta 66, un tiempo en el que nacieron cientos de hoteles, restaurantes, gasolineras, y servicios varios; pero los años no pasan en vano, y la reconocida Main Street of America envejeció. El golpe de gracia llegaría en 1956 con un proyecto del mismo Gobierno de Estados Unidos y su ley de Autopistas de Ayuda Federal, que contemplaba la creación de vías anchas y modernas, que incluía la Interstatal 4, que finalmente terminó reemplazando a la Ruta 66.

Este repaso histórico es súper necesario para entender por qué la Ruta 66 sigue siendo un atractivo turístico. En la película Cars esto se refleja muy bien cuando Rayo McQueen llega a Radiador Springs, un pueblo que fue desapareciendo del mapa con el paso de los años, olvidado por la creación de una nueva carretera.

Eleven exponencialmente esa escena de Pixar y quedarán cortos para cuantificar cuántos pueblos hoy están completamente abandonados. Pero tal como lo relata la película, hay lugares que se niegan a morir, historias que quieren seguir contándose, y ahí está la esencia que nos lleva como viajeros a embarcarnos en esta aventura.

ON THE ROUTE

Mi experiencia en la Ruta 66 fue de aproximadamente quince días. Una planificación que tomó al menos dos meses, un auto preparado para la ocasión, un indispensable GPS y mucha paciencia. Recorrer esta carretera contempla jornadas largas de manejo entre ciudad y ciudad; ahí las postales de tramos rectos infinitos se suceden día a día, principalmente en Nuevo México y Arizona.

Precisamente en estos lugares es donde más moteles se pueden encontrar. Para mí era un imperdible detenerse y alojar al menos una noche en alguno de ellos y, ojalá, escoger aquellos donde las luces de neón de sus carteles se reflejaran en mi habitación. Dos de los más emblemáticos de Nuevo México son el histórico The Blue Swallow Motel –con catorce habitaciones ambientadas en los 50– y el Rancho Hotel –donde se han hospedado grandes estrellas de Hollywood–. La otra alternativa es pasar una noche en una réplica de tienda india, en el clásico Motel Wigwam en Arizona. Claro que no esperes dormir en una tienda de tela, sino más bien en la versión americana, con paredes de cemento y todos los servicios básicos.

No crean que son las únicas opciones. También hay hoteles de cadenas internacionales, con más o menos comodidades, y con tarifas de acuerdo al bolsillo cada persona y a lo que se espera como experiencia de viaje. ¿Opciones de casa rodante? Absolutamente sí. De hecho, es una de las alternativas recomendadas si se trata de un grupo familiar, ya que Estados Unidos cuenta con servicios acordes en cada estado.

De comida, servicios, gasolineras, ni hablar. La oferta es extremadamente variada, para todos los gustos y todos los bolsillos. Ahora bien, para mantener ese espíritu romántico de la Ruta 66, obvio que lo recomendado es comer en una clásica cafetería de los años 50, como por ejemplo Cruisers Route 66, en Williams, Arizona, donde claramente no hay muchas opciones vegetarianas.

PARADAS OBLIGADAS

Pero esto de la Ruta 66 no es sólo moverse y avanzar por bellos parajes, o dormir y comer en lugares clásicos con música country. Hay diversos atractivos, partiendo por el clásico Cañón del Colorado. ¿No hay que ir a Las Vegas para visitarlo? Sí y no. Esta belleza natural se encuentra en el estado de Arizona, y efectivamente está muy vinculado a los tours desde Las Vegas, pero su punto más cercano para acceder vía terrestre es precisamente la Ruta 66.

Claro que hay otras paradas obligatorias que no son tan populares. ¿Han escuchado de St. Louis? Bueno, en el corazón de Missouri se encuentra esta ciudad que es uno de los puntos centrales de Estados Unidos, primero por su ubicación geográfica, y segundo porque allí se cruzan los dos ríos americanos más importantes: el Mississippi y el Missouri. En ese mismo lugar se levanta el Gateway Arch de 192 metros de altura; símbolo de la ciudad y que en los 50 era la puerta de entrada para exploradores y vaqueros.

La mejor forma de terminar una gran aventura es en un lugar lleno de energía; en el Muelle de Santa Mónica, a 30 minutos de Los Ángeles. Es que luego de recorrer cuatro mil kilómetros donde no hay mucha agua para contemplar, las vistas al Océano Pacífico son recibidas como un premio.

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