Nuestra habilidad de crecer y cambiar está al centro de nuestra naturaleza humana. y todos hemos estado mutando a punta de terremotos y bocanadas de aire estos últimos meses. En lo personal, siento que he estado en esas desde el año 2013, cuando diagnosticaron a mi primer hijo, Matteo, con una condición genética degenerativa (Leukodystrofia AGS) que no tiene ni cura ni tratamiento. La vida cotidiana con su condición, el impacto que tuvo en su cuerpo y luego la muerte de Matteo el 16 de noviembre de 2018, me llevaron a tener un post grado muy avanzado en resiliencia. Conquisté un espacio personal desde donde reinventarme, y volver a nacer se hizo una segunda naturaleza. Ese espacio floreció gracias a un diario que empecé a escribir en su último año de vida y sellé al año de su viaje al más allá.
Me considero afortunada de haber encontrado una vía de escape para decantar mis emociones, ordenar mis pensamientos, y procesar de la forma más consciente posible todo lo que nos estaba pasando. Creo que la escritura me salvó: fue una balsa a la cual me aferré para no hundirme en la depresión. Había una urgencia en mí por escribir con lápiz y papel, porque era una catarsis, pero también porque intuía lo universal de lo que significa hacer un duelo. Estaba viendo desaparecer a alguien que amaba y debía rendirme a la vida, sin otro control que el de decidir aceptar la tarea que estaba frente a mí. Así nació Ir al Cielo y Volver, mi camino con Matteo, mi primer libro.
Me llena de orgullo decir que saldrá publicado en Latinoamérica en septiembre de 2020 por Vergara, el brazo más espiritual de Penguin Random House. Y luego en octubre en EE. UU., con la misma editorial.
Durante el mes de julio me dediqué a grabar el audio libro, que estará listo a mediados de septiembre. Volver a leer mis palabras en voz alta fue una tarea muy difícil y creo que, de haberlo realmente dimensionado, no lo hubiera hecho, porque fue como revivir cada momento, paso a paso… Me sentí muy vulnerable, muy expuesta, y me pregunté: “¿Por qué hago esto?, ¿Qué necesidad tengo de exponerme así?” Pero pasó algo mágico que me llevó a recordar el primer impulso de compartir nuestro camino con Matteo: inspirar, elevar, ayudar y acompañar a otros en sus propios procesos. Siempre hay algún encuentro o una señal que me recuerda que la conexión con el otro es mi meta.
Y así fue con la directora del audio libro, Jane, quien, luego de días de estar trabajando juntas de forma remota, me dijo con una voz tenue en el estudio: “Lo que dices aquí me identifica plenamente, yo perdí a mi hermano hace 15 años y quisiera que me contaras más sobre esa práctica de respiración que mencionas en el libro…”
Eso fue todo lo que necesitaba para recordar que es fundamental dar visibilidad al detalle del proceso de sanación luego de una pérdida, ya que todos nos confrontamos a ella; a veces de forma literal con un ser querido, otras veces más internamente con desconsuelo por lo que alguna vez fue, y la incertidumbre de lo que mañana traerá.
El mundo en el que vivimos nunca será el mismo, y más que nada nos deseo no volver hacia atrás. Nos toca seguir hacia adelante con valentía, buscando la oportunidad para crear juntos una sociedad más justa, más armónica con nuestro planeta Tierra. Los invito a encontrar inspiración en mi relato, que no es más que una oda al amor incondicional, a la certeza de que estamos unidos, y que nada nos separa. Ni siquiera la muerte.