—Y a nivel colectivo, ¿hay recetas?
—El único recurso adaptativo es crear. Eso es definitivo, habrá que reinventar un mundo y desarrollar el futuro cercano. Y eso va a exigir una imaginación social, política y económica enorme. A mí lo que me preocupa es que en la agitación social la sordera es la costumbre, la gente no se escucha y tapa al otro, y oírnos es lo único que nos va a sacar de esto. Lo único que nos va a permitir hacer una buena resiliencia es una escucha desde todos para que podamos reanudar la vida detenida por esta feroz agonía del mundo del coronavirus y la agitación social.
—Y en este saber escuchar, ¿cómo ve el rol de las autoridades chilenas?
—Esa es la pregunta más difícil ¿Estarán dispuestas las autoridades a tomar el rol de padres en la familia país? En general, la clase política no ha dado el ancho frente a la intensidad que ha habido desde el estallido social hasta ahora. Por otro lado, lo urgente se ha comido todo. El plebiscito se va a votar en condiciones de excepción… Y luego vamos a seguir viviendo una cosa muy extraña, será el verano más raro que hayamos tenido nunca. Cuando completemos un año de pandemia vamos a empezar recién a conversar algún tipo de plan y eso se va a comer a las autoridades. Este gobierno que parecía iba a ser devorado por la agitación social será devorado por un virus.
—¿Vamos a quedar con estrés postraumático todos?
—Claro. Este es el mayor experimento psicológico en la historia de la humanidad: el encierro, la amenaza, todo junto. Somos muy diferentes a lo que éramos hace 10 meses. No termina la metamorfosis, estamos mutando, pensando de manera distinta. Se necesitan otras palabras, otro lenguaje, otro discurso para dar la cara a lo tremendamente nuevo que estamos enfrentando.
—En Chile la pandemia vino después del estallido social, ¿cree que se retomará la primera línea con la llegada de la fase 1?
—En este momento no me atrevo a hacer un pronóstico. Pueden pasar tantas cosas… Pero sin ser futurólogo sé que la crisis económica que va a venir será muy seria, no sé si va a permitir jugar a la violencia callejera como alternativa o va a fomentarla. Por otro lado, vamos a tener un medio político agitado, con el plebiscito primero y luego con las elecciones. Ahí te quiero ver… no me atrevo a imaginar todo lo que se viene.
LA APARICIÓN DE LOS PANDEMIALS
—Usted y otros columnistas han acuñado el término pandemials, ¿a quiénes se refiere?
—Antes y durante el estallido uno hablaba de los millennials y los centennials haciendo política. Los millennials, esa gente preocupada de sus propios intereses, con su ‘cuarto de libra ahora’, muy centrados en sí mismos, más preocupados de ganar dinero y viajar al Sudeste asiático que de permanecer en un trabajo y jubilar con un galvano. Uno veía como un fenómeno interesante a esta generación que había recibido los beneficios del neoliberalismo y quería cambiarlo. Y llega la pandemia y arrasa con la estabilidad económica y los recursos, el acto de compra y venta, y nos deja en este mundo vigilado donde estamos pendientes de cómo respiramos, de saber cómo está el oxigeno en nuestra sangre, y empiezan a desaparecer las fuentes laborales… Y surgen los pandemials: la mezcla de millenialls y centennials golpeados por la pandemia. Quedaron transformados en estos jóvenes que no saben mucho qué hacer porque antes flotaban en la certidumbre. Muchos están en primer año de universidad y nunca han visto a sus compañeros.
Convaleciente y todo, Marco Antonio de la Parra está presente con tres obras de su autoría en cartelera: La familia, con Pali García y Francisco Melo; La secreta obscenidad de cada día, actuada por él junto a León Cohen; Dani&Mati: amor en tiempos de pandemia, con Camila Hirane y Nicolás Oyarzún.
También, junto a Isidora Stevenson, es director artístico de la Muestra Nacional de Dramaturgia, que se iba a desarrollar en agosto en la IV Región. “Hemos tenido que replantearla completamente. Por ahora será en noviembre. Seleccionamos cinco estupendas obras de teatro de 200 que llegaron. Lo bueno es que al tener que hacerlo de manera informática podremos llegar a más gente en todo Chile. Eso ha sido muy bueno, el fenómeno de los conversatorios después de las obras online. El teatro ha llegado a lugares donde antes ni se soñaba y eso es lo mejor de esta pandemia”.
Asegura que en algún momento su paso por la clínica se traducirá en un libro, quizás en una obra de teatro, por ahora está más convaleciente de lo que querría.
“No estoy leyendo a la velocidad que acostumbraba, escribo algo de teatro, poquita cosa, no tengo la disposición y la ocurrencia que yo me reconozco cuando estoy bien, eso tengo que asumirlo. Es extraña la condición de la convalecencia. Uno imagina la salud, pero la salud no llega. Todavía hay exámenes que me tengo que hacer y seis meses de tratamientos por delante. Estoy viendo cómo ordenar el tiempo de nuevo: las mañanas dedicadas a la creación, las tardes a atender (pacientes) y el resto a la familia. Además, como todo se mezcla uno se la pasa —como dice Charly (García)— yendo de la cama al living…”.