María Paz fue acusada de forcejear y agredir al policía para quitarle el arma. En el hospital, pese a su crítico estado, quedó detenida. “Si no fuera por los periodistas que difundieron el video y entregaron copias
a ONGs, sindicatos, centros de alumnos y embajadas, habría sido una prisionera política”.
A pesar de que, a raíz del disparo, una hemiplejia inmovilizó por completo su lado izquierdo, a María Paz Santibáñez nunca se le pasó por la mente dejar de tocar. “Cuando por primera vez logré abrir la mano lo primero que pedí fue que me llevaran inmediatamente un teclado. Nino García me hizo un arreglo para pulgar izquierdo y mano diestra del Derecho de vivir en paz, de Víctor Jara; lo tocaba obsesivamente, una y otra vez…”.
A comienzos de 1988 ejecutó públicamente la canción en el Estadio Santa Laura.
SU HIJO CRISTIÁN
En 1998 María Paz Santibáñez cerró un ciclo al titularse como concertista en la Universidad de Chile. Jacinto Cornejo, su neurocirujano, consideró que era un milagro. “No sólo creo que Dios existe, sino que también la Virgen y los santos. ¿Te acuerdas cuando te advertí que serías afortunada si volvías a caminar?”.
– ¿Y su familia qué pensaba?
– Hasta el día de hoy está en shock. Es un tema que no hablamos, al punto que nunca imaginaron que tal vez podía necesitar algún tipo de terapia sicológica; de hecho nunca la pude hacer allá en Chile porque es carísimo; tuve que financiarla yo, además de trabajar, estudiar, criar a mi hijo…
–¿Tuvo un hijo?
Hace una pausa. Desde el otro lado de la pantalla sonríe:
–Imagino que sabes que los espermios viven tres días. Debido al impacto de la bala mi cuerpo reaccionó con una ovulación masiva y voilá! Evidentemente no hay píldora anticonceptiva que resista a un impacto de bala.
Solo recién después de tres meses se enteró que estaba embarazada. “Mi neurocirujano lo consideraba un completo misterio, además porque mi recuperación –en especial la reparación de mis tejidos– fue muy rápida. Según él, por tener un bebé en gestación, mi cuerpo estaba produciendo el doble de células, para mi hijo y para mí”.
– La recuperación física debe haber implicado una enorme exigencia.
– Absolutamente. Los médicos estaban preocupadísimos porque debía tomar medicamentos horribles. En los tres primeros meses me sometí a rayos X, scaners, anestesia, medicamentos fuertísimos; tenía que hacer 100 abdominales diarios… Los doctores me plantearon abortar… Algo me llevó a decir no, que esta guagua iba a vivir, que por algo se agarró con dientes y uñas. Durante muchos años pensé que el universo decidió que yo debía vivir porque él venía a este mundo.
La persecución política se volvió insoportable. Partió a Praga, donde debió hospitalizarse y tener al niño por cesárea. “Los checos estaban súper preocupados; estuvimos un mes en el hospital. Fue increíble porque Cristián tuvo complicaciones pero finalmente resultó un bebé completamente sano”.
– ¿Hoy cuántos años tiene?
– Cumplió 31 y es maravilloso, brillante (afirma con orgullo). Cuando llegamos a París (en 1999, después de titularse como concertista en la Universidad de Chile), ese mismo año Cristián (con 11 años) ganó un concurso de matemáticas, luego de dos años era recibido en uno de los liceos más prestigiosos de Francia y al egresar pudo elegir entre dos de carreras muy codiciadas de este país. En el bachillerato obtuvo una mención de excelencia. Hoy tiene un master de ciencias políticas de gobernancia de grandes metrópolis. En el fondo es un urbanista del siglo XXI.
UNA LUCHA POR LA DIGNIDAD
Decidida promotora de la Asamblea Constituyente desde hace varios años, contó los votos marcados con la AC para las elecciones presidenciales de 2013. “Hoy es indispensable una nueva Constitución. Sin embargo, el acuerdo por la paz social y la nueva constitución impone condiciones que no garantizan necesariamente la participación ciudadana.
Si las reglas para postular son las mismas que para diputados y senadores, ¿cómo hará la gente que está en la calle y que no milita para hacerse representar? Me sorprende además que se llegara a este acuerdo sin consultar a la ciudadanía, a los sindicatos, a la mesa de unidad social. En Francia eso sería impensable.
– ¿Tiene fe, cree que las cosas van a cambiar?
– La gente tiene muy claras sus demandas. Esta es una lucha por la dignidad y los DD.HH., para una vejez digna, que se garantice el derecho a educación, agua, servicios básicos, justicia para los pueblos originarios y para todos. Si bien lo que está pasando es súper impactante, muy emocionante y esperanzador, han pasado tres meses y las cosas no han cambiado nada. Está bien, se ha aumentado la pensión básica solidaria, cosas así, pero son migajas considerando el PIB de Chile. Veo negociaciones por acá y por allá, pero aún no hay cambios de fondo, nada que se parezca a lo que pide la gente. Al contrario, del Parlamento emana una ley anti encapuchados cuando lo que debieran hacer es una ley contra el terrorismo de Estado. Hay una decisión profunda de no escuchar a la ciudadanía, de no empatizar con sus necesidades ni hacerse cargo de sus problemas. Los que están a cargo del país han demostrado su incapacidad para conducir este proceso, ni hablar del Presidente del 6%. No sé qué hace este señor ahí, es una falta de respeto al país, una agresión”.
Agrega: “El desprecio supino que se manifiesta contra la gente y sus derechos es espantoso. Son los mismos que estuvieron con Pinochet y ellos no van a cambiar. Pero hoy hay algo nuevo: la gente se hartó, ahora demanda lo aquello que considera justo; que nadie olvide que se merecen respeto y dignidad.
– Hoy la mayoría de RN, además de la UDI, están por el rechazo a la nueva Constitución ya que no estarían dadas las condiciones para el debate previo y pos plebiscito, en caso de ganar el apruebo.
–Con qué ropa. ¿Acaso se olvidaron de las condiciones en que se eligió la Constitución del 80? Es una vergüenza. Ni siquiera están de acuerdo entre los que firmaron el pacto; es un chiste, pero (el plebiscito) es una herramienta y hay que usarla.