En su inmensa soledad, el mandatario prefirió llenar el vacío de poder que ya se siente por los pasillos del palacio, dormir con sus enemigos y respectivas cortes. Apostó a ganador todo su capital, si es que algo aún le quedaba.
Siempre me acuerdo de aquella frase: “Ten a tus adversarios cerca y a los enemigos más aún”. Creo que fue de Winston Churchill, que de enemigos sí que sabía.
El primer ministro inglés también fue autor de otro gran dicho: “Hay dos cosas que es mejor no saber cómo se hacen: las salchichas y la política”.
Creo que el Presidente Sebastián Piñera tuvo ambas reflexiones muy en cuenta durante la pasada semana, para el cambio de gabinete, cuando llevó a cohabitar a La Moneda a todos quienes hasta ahora le han hecho la guerra desde sus propios partidos “aliados”.
Mario Desbordes y Andrés Allamand, en Defensa y Cancillería, respectivamente, quienes a su vez representan las dos franjas opuestas de RN: uno promotor del Apruebo a una nueva Constitución; de una constituyente paritaria y a favor del retiro de las AFP. Mientras que en el otro costado del ring, a un ex candidato presidencia de la centro derecha dura, activista del Rechazo, incluso planteando que en lugar de un plebiscito se debiera pasar directamente a la reforma de la actual carta magna. Por cierto Allamand también estaba contra del retiro del 10%.
Además, no hay que pasar por alto que tanto el ex presidente de RN, como el ex senador, son eventuales cartas a una primaria presidencial de su sector. Lo que refuerza la lucha de poder interna que ambos intentaron apaciguar para la foto, en un té en el ministerio que hoy encabeza el nuevo Canciller.
En la UDI, mientras tanto, también se cuecen habas: tanto el actual vocero, Jaime Bellolio, así como Víctor Pérez, representan dos extremos en pugna: el primero representa a una derecha liberal a favor del aborto en tres causales, del Apruebo, aunque contrario al retiro de las AFP, quien acusó derechamente a Piñera de falta de liderazgo. Dato: compitió contra Jacqueline van Rysselberghe por la presidencia de la UDI.
En el otro extremo, a un representante radical del gremialismo, quien de hecho tiene una histórica relación política con la presidente de su partido, a quien de hecho se la considera una de las artífices de la salida de Gonzalo Blumel como jefe del gabinete político. Es, Víctor Pérez, “el hombre de JVR” hoy en La Moneda.
Y como si no fuera suficiente con las rencillas internas, todos cual más cual menos, han sido enconados críticos de la gestión presidencial.
Algunos analistas políticos han celebrado la astucia del Presidente de cooptar a sus principales detractores, al neutralizar de paso las rencillas internas de los partidos, así como también al interior de Chile Vamos, para de esta forma “alinear” y mantener ordenado a su sector. No como hasta hace poco, cuando con el voto de una relevante fracción de su coalición (menos Evópoli, he ahí la cruel paradoja).
Sí, tienen razón los analistas en que fue efectivamente un golpe inteligente, pero puede ser sólo momentáneo y arrastrarlo a un escenario aún peor, ante la inminencia de 5 elecciones consecutivas, incluidas las Constituyente, parlamentaria y presidencial.
En su inmensa soledad, el mandatario prefirió llenar el vacío de poder que ya se siente por los pasillos del palacio, dormir con sus enemigos y respectivas cortes. Apostó a ganador todo su capital, si es que algo aún le quedaba. Cómo olvidar la última apuesta fallida de llamar personalmente a diputados y senadores de su sector para que votaran en contra del retiro de los fondos previsionales y estos le dieron la espalda, en lo que será la peor derrota de este gobierno, el detonante de este último cambio de gabinete.
Piñera busca reforzar su debilitada posición, dar gobernabilidad a su sector, pero lo cierto es que si su plan falla, con los enemigos internos merodeando, con sus únicos aliados (Evópoli) debilitados, este podría ser por lejos el golpe de gracia. Tal vez Churchill tuvo razón, pero todo depende de en qué momento de la crisis es mejor mantener a los enemigos cerca. Veamos qué tan calibrado está el ojo presidencial.